Chicos con barbijos en la playa y días en que se sugiere no salir a la calle

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La magnitud de los incendios en Australia no afectan solamente a las zonas arrasadas por las llamas, con su conocido saldo de muertes humanas y de animales, pérdidas económicas y destrucción, sino que impacta en la vida de todos los días aún en ciudades adonde el fuego no llegó.

Según le contó a este diario Tatiana Andersen (25) -una argentina que desde 2008 vive en la ciudad de Wollongong, donde enseña Economía Política Internacional y hace un doctorado en Economía Política de las Ciencias Biológicas- ese impacto cotidiano tiene múltiples expresiones.

Entre ellas, cuenta Andersen, “hay anuncios de salud pública varias veces por semana que sugieren que la gente no haga actividad física al aire libre. Algunos días la sugerencia es no salir a la calle o no abrir ventanas”.

La gravedad de la situación también repercute en el estudio y el trabajo, aún en las ciudades que no están directamente afectadas por los incendios, pero sí por un humo que desde hace días no deja ver el cielo o unas cenizas persistentes que lo cubren todo.

“Las escuelas tienen días en los que los nenes no pueden jugar al aire libre en los patios durante el recreo; tengo un hermano de 8 años cuyo colegio tomó esta precaución varias veces. He salido a caminar por las playas y he visto nenes jugando en la arena con barbijos de nivel industrial por el humo”, cuenta Tatiana.

También indica que “hay muchísimas evacuaciones de edificios por alarmas de incendio que se prenden por el humo. Y las instituciones de salud dicen que pueden pasar décadas hasta que sepamos el impacto a largo plazo de tanto humo en la salud pública”.

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