Vendió una moto y al día siguiente dos encapuchados la asaltaron en su casa
Edición Impresa | 30 de Enero de 2020 | 04:24

La dueña de una casa de 28 y 62 vendió el lunes pasado su moto a uno de los tres jóvenes que se presentaron para cerrar la operación, a cambio de la cual recibió 80 mil pesos. Hasta aquí, nada fuera de lo común.
Pero a la noche siguiente dos delincuentes encapuchados y con un arma larga del tipo escopeta se colaron en ese mismo domicilio exigiendo una suma de dinero que en circunstancias normales la víctima no hubiera tenido. Casualidad o no, le sustrajeron los 80 mil pesos, además de agredirla físicamente.
Ni siquiera les importó que por los gritos se despertara el hijo de la damnificada, de 7 años, quien hasta empujó a los ladrones en defensa de su madre.
La dramática secuencia se desarrolló desde las 23 del martes y en un puñado de minutos, que resultaron suficientes como para que los intrusos se salieran con la suya, luego de agarrar de los pelos a la víctima, Fernanda Grande (45), y arrastrarla medio metro por el piso, mientras le exigían la entrega de todo el efectivo que tuviera.
Según reveló Grande, hasta se fueron con un pote de helado que sacaron de su heladera y que luego -ya vacío- apareció tirado en la vereda del inmueble.
Los asaltantes, que se colaron en la vivienda por un paredón de esa propiedad que da sobre la calle 62, escaparon por la puerta de madera que está sobre la 28, a la cual le provocaron daños, y se llevaron la llave. Esta situación obligó a Fernanda a contratar a un cerrajero para, encima, cambiar todas las cerraduras.
“ME LOS ENCONTRÉ EN EL PATIO”
Ayer a la tarde este diario conversó con la damnificada, quien todavía no salía de su asombro por la rapidez con que la despojaron de la plata por la venta de su moto, situación que le despertó algunas sospechas.
“No me gustaron mucho los que vinieron a comprarla el lunes”, reconoció, y “aunque no hay que prejuzgar, es por lo menos llamativo que el martes a la noche vinieran a robarme los 80.000 pesos que había cobrado por esta venta”. Abona sus sospechas que hayan venido encapuchados, “para que no les viera los rostros”, indicó.
Contó que “uno de ellos me agarró de los pelos” mientras le exigían la entrega de la plata, “como si supieran que tenía los 80.000 pesos. Después me hicieron caer al piso y me arrastraron medio metro hasta llegar a mi habitación, donde me taparon la boca”. En esas circunstancias a ella le resultaba imposible revelarles el escondite de los billetes, lo que no impidió que los encontraran.
En pleno asalto, su hijo de 7 años se despertó sobresaltado y al levantarse vio a su mamá hostigada por los encapuchados.
Admitió Fernanda que esos fueron los instantes más terribles: “Pensé podían hacerle algo al nene”, dijo, aunque el pequeño los enfrentó en su defensa. “Cuando se fueron me contó que los había empujado para defenderme”, pero “no me di cuenta por los nervios”, aportó la mujer.
Además del dinero en efectivo, los asaltantes le robaron una cadenita “que no era de mucho valor”.
Ya en el epílogo del atraco, madre e hijo fueron encerrados en el baño. “Gracias a Dios la puerta no tiene llave -rescató Grande- de lo contrario nos hubiera costado muchísimo poder salir”.
Fernanda cerró la charla reflexionando que se trató de una experiencia “muy fea”, porque “estos pibes, no parecían superar los 18 años, nos amenazaban con un arma larga, como una escopeta”.
“En mi vida compré y vendí varios autos y nunca me pasó algo así”, lamentó.
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