Muy lejos de entusiasmar, la “reconstrucción” del equipo les provoca dolor a los hinchas

El nivel colectivo fue un espanto. Sin ideas, perdió manso. Desnudo de rebeldía

Edición Impresa

Por MARTÍN MENDINUETA

deportes@eldia.com

No pareció un equipo de Estudiantes de La Plata. Ya desde la camiseta (alejada de su idiosincrasia y en el podio de las más feas), la formación que hizo enfurecer a muchos de sus hinchas, cayó, sin coraje ni rebeldía, en un pozo tan oscuro como profundo.

El problema, la bronca y el optimismo hecho añicos no se amontonan sólo por la ausencia de buenos resultados. El tema es más grave: su juego. La manera que tiene de ir a buscar el gol está repleta de carencias. Al extrañar un conductor, sus intenciones terminan, previsibles y sin una gota de convicción, en lo que pueden aportar los que avanzan por las bandas. La “pesca” de una segunda pelota necesita de una presión sostenida y eso tampoco está hoy entre sus virtudes ocultas.

Será difícil verlo peor. En su estadio, con cientos de hinchas haciendo sonar los bombos junto al lago del Bosque y tirando decenas de bombas de estruendo para saludar su ingreso al campo, hizo muchas cosas mal. La pobreza de ideas y de asociaciones de mitad de cancha hacia adelante fue tan notoria, que nunca pudo acorralar a su oponente. Perdió manso. Perdió con justicia. Perdió teniendo una postura grupal que engendró los más crueles reproches.

Verlo así, siembra feos pronósticos. Estudiantes aburrió. Y menos mal que no hubo público que sostuviera la colección de banderas desplegadas en ambas cabeceras. Si hubiese estado la gente, se hubiera ido silbado.

SÓLO LE QUEDA ANDÚJAR

Javier Mascherano decidió retirarse como futbolista profesional. Según declaró, ya había avisado en el club. Queda la firme sensación de que el difícil momento que atraviesa el equipo aceleró drásticamente su elaboración anímica. Como si él no quisiera caer también en el océano de críticas que hoy se escuchan con nitidez. Hace rato que Estudiantes empezó a deshilachar su identidad en la cancha. Se fueron varios por distintas razones y quedó un equipo amorfo, con el único relieve individual que aporta Mariano Andújar.

Ya sin Mascherano, el arquero (en manifiesto estado de tensión con el presidente) queda como único referente de un plantel donde nadie asoma la cabeza. El panorama se presenta complejo. Desábato ya no sabe qué decir frente a los periodistas. Conoce más que todos, la cruda realidad que recibió y, además, que él no le está encontrando la vuelta para arrimar, aunque sea, una mínima mejoría. Es imposible que su ropa no salga manchada de este lodazal que ha ninguno convence. La línea de juego no se percibe. Su equipo se muestra como dando la impresión de no tener libreto y eso un hombre de su recorrido y dedicación profesional no puede permitirlo. El último domingo no hubo uno que jugara bien. La “reconstrucción” post Milito, lejos de provocar entusiasmo, duele.

Los indignados no estacionan sus quejas en el apellido Desábato. Van más arriba. Verón y Alayes, como tutores generales del fútbol profesional, están ante otro escenario de fuerte disconformismo. Esto no es que la hinchada pide a Darío Sarmiento (por citar un caso) y el técnico lo pone “tarde”. Es más profundo. El funcionamiento de Estudiantes sólo despierta fastidio.

IMPOSIBLE DE MAQUILLAR

Quien observó el partido no se sorprendió con el resultado. Si Godoy pasa al ataque poco y mal, si Pasquini lanza los centros a treinta metros de la línea de fondo, si Cauteruccio está llamativamente lento y lo devora la marca, si Leandro Díaz no define cuando debe hacerlo, si el “Demonio” García jamás pesa en el uno contra uno, si Iván Gómez flota intrascendente en el medio, si “Titi” Rodríguez hace una buena jugada y se apaga definitivamente, si.... La lista podría continuar.

Si todo eso ocurre, nada auspicioso se puede esperar. Sería insalubre apelar a eufemismos. Las cosas por su nombre. Estudiantes fue un espanto.

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE