Sandra Luna: “El tango tiene esas poesías que te permiten abrir el alma”
Edición Impresa | 4 de Noviembre de 2020 | 05:26

Sandra Luna nació en una familia de inmigrantes, pero “a los 6 años me levanté y dije ‘ahora soy argentina, voy a cantar tango’. Fui una rebeldía, y además era una década donde se decía que con el tango te morías de hambre”, se ríe hoy la prestigiosa cantante de tango, quien desde entonces ha edificado una carrera que le ha permitido viajar con su voz por todo el mundo y convertirse en la única artista de tango argentina en ser nominada a un Grammy internacional, en 2005, por su disco “Tango Varón”.
Pero el tango no solo le ha abierto las puertas de los escenarios del mundo: “El tango tiene esas poesías que te permiten abrir el alma y que puedas entrar en el sentimiento que estés viviendo”, dice Luna, que reniega del mito del tango triste: “El tango, como cualquier música, es un estado de ánimo: es melancólico si vos estás melancólico. Pero yo canto tangos de todo tipo, yo canto tangos que no tienen nada de triste, el tango tiene una gran sensualidad”, afirma.
Luna, que ha compartido escenario con grandes como Roberto Goyeneche, Leopoldo Federico, Virginia Luque, Alberto Podestá, Osvaldo Berlingieri, Edmundo Rivero y Mariano Mores, pintó de tango y sensualidad “Inmensidad”, su último trabajo discográfico, lanzado hacia finales de 2019 y donde también explora otras músicas de raíz desde nuestro folclore al flamenco.
El disco fue nominado a los Premios Gardel (“siempre una nominación es una alegría, saber que estás con tus pares, y es un premio a la música, sería mentirosa si dijera que no me importa. Es una caricia”) pero, tras la primera presentación, en noviembre en el CCK, estalló la pandemia y frustró los planes para mostrarlo en distintos escenarios del mundo desde marzo. Luna suspendió giras a Europa y Estados Unidos hasta enero de 2021, pero, inquieta, nunca paró: “Tal vez estoy haciendo muchas más de las que hubiera hecho moviendome. Es como cuando sos chiquito y te aburrís, y te empiezan las ideas”, dice entre risas Luna, que si bien vio frustrado su tour, y también la producción de un disco de una artista japonesa, por el coronavirus, siguió con su programa de radio, “Bienvenidos a la Luna”, “desde mi casa, por mi canal de YouTube y por Facebook”, hizo un streaming para recaudar fondos para las Madres del Dolor (“creo que fui una de las precursoras, ahora todo el mundo hace”) y “además soy terapeuta de terapias holísticas: antes de la pandemia ya lo hacía por Skype y por Zoom”.
“Soy multifacética”, se ríe Luna, que, agrega, “llevo años dando clases y seminarios para cantantes y músicos”. Clases que ahora pasaron a la virtualidad.
Luna es buscada por alumnos de todo el mudo por sus dos métodos aplicados al arte: Respiración y movimiento y Vivir la canción, un método válido “para cualquier arte que quieras desarrollar, relacionado a dónde estás parado cuánticamente en la vida y cómo podés transformar ese lugar. Un cantante que se levanta de mal humor y tiene que cantar un tango lleno de ternura: ¿cómo hace? Para eso, cree un método, para poder abordar la canción, el arte, desde otro lugar”.
Y a pesar de que el escenario es lo suyo, la cantora no reniega de la virtualidad: al contrario, dice que “ya no voy a volver a las clases presenciales”, pondera las posibilidades de la virtualidad en cuanto a alcance geográfico y asegura que “la emoción se trabaja plenamente a través de lo online: hay mucha más atención, mucha más intensidad. Y también menos prejuicio, se atreven más”.
Entre todas estas tareas virtuales, Luna también encontró tiempo para editar un nuevo disco, de inminente salida, que será su primer trabajo en vivo: un show grabado en la Usina del Arte. En plena pandemia me puse a laburar en mi primer disco en vivo”, se ríe por la paradoja, y cuenta que decidió publicar la grabación porque “fue un concierto que nos sorprendió, logramos algo muy hermoso”.
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