Murió Víctor Basterra, el sobreviviente que retrató los horrores de la ESMA

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Víctor Basterra, sobreviviente del centro clandestino de detención ilegal que funcionó en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) durante la última dictadura cívico militar, y testigo clave en los juicios de lesa humanidad, falleció ayer a los 75 años, según informaron organismos de derechos humanos y compañeros de militancia.

Su testimonio y las fotos que pudo sacar dentro de la ESMA fueron fundamentales para que la justicia pudiera reconstruir el calvario que sufrieron los familiares y víctimas del terrorismo de Estado, según destacaron los organismos.

Sus restos fueron despedidos entre las 11.30 y las 12.30 de ayer en una casa de sepelios de nuestra Ciudad, tras lo cual fueron trasladado hasta la localidad de El Pato, donde se realizará una cremación, informaron sus allegados.

“Despedimos con mucha tristeza a Víctor Basterra. Comprometido militante sobreviviente de la ESMA. Su valiente testimonio y material recopilado en su secuestro aportaron pruebas importantísimas a los juicios de lesa humanidad. Un abrazo a sus compañeros, compañeras y familiares”, indicó en su cuenta de Twitter el secretario de Derechos Humanos de la Nación, Horacio Pietragalla Corti.

“Despedimos con tristeza a Víctor Basterra, la voz de tantos otros y otras que no sobrevivieron”, destacaron desde la cuenta de Abuelas de Plaza y agregaron: “Recordamos su declaración en el juicio Plan Sistemático de robo de bebés y en otras causas en las que su memoria resultó fundamental para identificar genocidas impunes”.

Basterra tenía 35 años y militaba en el Peronismo de Base, cuando el 10 de agosto de 1979 cuatro hombres lo secuestraron en momentos en que ingresaba en su casa de la localidad bonaerense de Valentín Alsina.

Detenido de forma ilegal en la ESMA trabajó como mano de obra esclava de los represores, que le ordenaban la confección de documentos falsos que usaban los marinos para distintas operaciones.

Ese año visitó el país una delegación de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y Víctor, junto con los prisioneros que encontraban en esa unidad militar de la Armada, fue trasladado a una isla del Tigre llamada “El Silencio”, donde debió soportar duras condiciones de detención.

Al año siguiente, los marinos lo ubicaron en Capucha, un altillo ubicado en el Casino de Oficiales de la ESMA que era una suerte de antesala en la que se decidía el destino final de los prisioneros.

“Era el lugar donde ellos determinaban si se vivía o se moría. ‘Te trasladaban’, es decir te podían subir a un vuelo de la muerte, o seguían viviendo”, repasó en una entrevista que le concedió a Télam en 2017, poco después de conocerse la sentencia en el juicio de ESMA III, en el cual testificó.

Así es como en 1981, Basterra pasó al “sector cuatro”, un área donde trabajó en condiciones de esclavitud para sus captores, elaborando impresiones y tomando fotos para confección de documentos falsos que se usaban en operativos de inteligencia del grupo de tareas 3.3.2 que usaba la ESMA como base.

Los marinos y prefectos retratados por este obrero gráfico devenido en fotógrafo se sacaban fotos para un DNI.

 

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