La maestra que en Brasil combatió el racismo desde la más tierna infancia
Edición Impresa | 15 de Diciembre de 2020 | 03:12

SAN PABLO
La escuela infantil Nelson Mandela de San Pablo es de referencia en el combate al racismo en Brasil. Su ahora exdirectora Cibele Racy (60) fue pionera en esta revolucionaria forma de entender la educación y acaba de ser considerada como una de las 100 mujeres más influyentes del mundo según la BBC.
Junto a nombres como los de la primera ministra de Finlandia, Sanna Marin, o la actriz y activista estadounidense Jane Fonda, Racy figura en esa prestigiosa lista tras conseguir un ambiente educativo libre de prejuicios de raza, género o cargo profesional.
Mediante elementos lúdicos y “figuras de afecto”, como enormes muñecos, dibujos e historietas, la escuela dirigida por Racy pasó a incorporar la diversidad y aceptación entre sus actividades diarias con los cerca de 2.000 niños que atiende, de entre 4 y 6 años.
El proyecto fue impulsado luego de que el estudio de la Historia y Cultura Afrobrasileña pasase a ser obligatorio en la secundaria a partir de 2003, cuando Lula llegó a la presidencia de Brasil.
Para Racy, sin embargo, las relaciones étnico-raciales deben ser trabajadas desde la primera infancia, cuando “los niños empiezan a percibir las diferencias” y el “pensamiento racista debe comenzar a ser combatido”.
“Cuando asumí como directora en 2004, noté que había una relación de superioridad o inferioridad entre los trabajadores, relacionada con el racismo estructural”, explicó. Hubo que abordar esa situación, para luego enfocarse en los chicos.
“Para que uno deje de ser racista, se requiere un proceso interno de reformulación muy profundo, personal, intransferible y afectivo, porque tienes que reconocer tu fragilidad y ser humilde”, aseguró. Con un ambiente libre de prejuicios, la escuela pasó a trabajar la temática con los alumnos y sus familias.
ROMPIENDO TABÚES
Todo empezó con la llegada del príncipe africano Azizi Abayomi, un enorme muñeco negro creado para guiar las discusiones de modo más accesible y lúdico. Recreando la historia de vida del personaje, los niños pasaron a incorporar las relaciones étnico-raciales de una forma natural a su cotidiano.
El tema racial sirvió para desmontar toda clase de prejuicios y estereotipos, como cuestiones de género y otros temas.
Si bien las familias de los niños recibieron bien el nuevo proyecto pedagógico, la escuela fue blanco de protestas y ofensas por parte de los residentes del tradicional barrio paulista del Limao,
“Una vez, pintaron en el muro la frase ‘vamos a cuidar del futuro de nuestros niños blancos’ rodeada de varias esvásticas”, recordó Racy.
La respuesta, evocó, fue a la altura: tras discutir lo ocurrido con los alumnos, los pequeños decidieron crear un grupo de trabajo y repintar todo el espacio.
Jubilada desde 2019, Racy siempre supo que su lugar era en la educación pública brasileña, de la que remarca su poder transformador, y que atiende a más del 80 por ciento de los estudiantes del país, estimados en 45 millones. (EFE)
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