Piden otro esfuerzo a la población, pero no le devuelven certidumbre

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Por MARIANO SPEZZAPRIA

@mnspezzapria

Los gobiernos nacional, bonaerense y porteño volvieron a articular un mensaje conjunto frente a la pandemia de coronavirus. Lo hicieron desde la Casa Rosada, donde manifestaron su temor de que las fiestas de fin de año puedan deparar una oleada de contagios en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA). El discurso oficial resultó una apelación a la responsabilidad colectiva e individual, en momentos en que la sociedad empieza a liberarse de la extensa cuarentena.

El nuevo esfuerzo que las autoridades sanitarias reclaman a las familias –que se preparan para reunirse después de un año durísimo-, no es compensado aún con la certidumbre que generaría el inicio de la vacunación contra el COVID-19. El ministro de Salud, Ginés González García, dijo ayer que el laboratorio multinacional Pfizer –que probó su vacuna con 6.000 voluntarios argentinos- pidió “condiciones un poco inaceptables” para contratar con el Gobierno nacional.

La Casa Rosada y el Ministerio de Salud tienen sus expectativas depositadas en la vacuna rusa Sputnik V, a tal punto que una delegación oficial viajó a ese país para supervisar el proceso de producción. Sin embargo, durante la reunión del Consejo Federal de Salud previa a la conferencia de Ginés, Daniel Gollán (PBA) y Fernán Quirós (CABA), se advirtió que difícilmente las vacunas puedan llegar al país antes de fin de año, ya que tampoco resulta fácil su transporte.

Las indefiniciones oficiales suceden en un momento delicado, puesto que en países vecinos como Paraguay, Chile y Bolivia los casos de coronavirus volvieron a registrar un ascenso, algo que según Ginés, no estaba dentro de lo esperable para esta época del año. Fronteras adentro, en tanto, el aumento de los llamados a las líneas telefónicas destinadas al control de la pandemia alertaron a los ministros de Salud. “Hace cinco días tuvimos un incremento de los casos”, sostuvo Gollán.

A su vez, el porteño Quirós advirtió que la curva de contagios “dejó de caer” en la ciudad de Buenos Aires. Los ministros de Salud con responsabilidad sobre el AMBA y el Gran La Plata, así como también los epidemiólogos que asesoran al presidente Alberto Fernández y al gobernador Axel Kicillof, tuvieron un fuerte protagonismo en el inicio de la cuarentena y durante buena parte de su desarrollo, pero salieron de escena cuando la población se agotó del aislamiento.

En ese punto, los funcionarios políticos tomaron la posta e iniciaron una sucesión de aperturas de actividades que habían sido duramente golpeadas por la inactividad económica. Incluso habilitaron el turismo interno –que ya tuvo una prueba masiva en el último fin de semana largo- y que será el verdadero desafío sanitario durante la temporada estival. Porque no será lo mismo que se inicie la vacunación en un piso bajo de casos, que si se provocara un pico de contagios.

Así como el Estado nacional tiene la responsabilidad de garantizar la provisión de la vacuna, para inmunizar a los grupos de riesgo, el Gobierno bonaerense debe activar operativos de detección del COVID-19 en la Costa Atlántica. Porque lo que sucede en Europa, en países vecinos y lo que pasó en el caótico funeral de Diego Maradona que tuvo epicentro la Casa Rosada, indica que no se le puede traspasar toda la responsabilidad a la población. Menos aún, si no le brindan certidumbres.

 

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