Señales y técnicas para prevenir alteraciones visuales infantiles

Edición Impresa

Por NOELIA IZQUIERDO ROMERO

El desarrollo completo del sistema visual comprende un largo periodo, desde los 3 hasta los 6 años, señala el pediatra Enrique Villalobos. El momento previo a estas edades es clave para diagnosticar y prevenir cualquier tipo de patología ocular. Los expertos recomiendan ir a un profesional para que sea quien determine posibles afecciones. Sin embargo, saber qué tipo de señales de alerta existen y cómo actuar ante ellas puede evitar problemas, visuales o neurológicos.

INDICIOS DE QUE ALGO NO VA BIEN

Al mes de vida, explica Villalobos, el recién nacido tiene que ser capaz de fijar la mirada. Una vez cumplidos los tres meses, ser capaz de seguir con la mirada los objetos que se le presentan en un plano horizontal.

“Y con esos dos detalles, tanto en la consulta del pediatra como en casa, podemos iniciar el estudio de un niño que pueda tener problemas visuales”, añade.

Según el doctor Villalobos, en niños más mayores, por otro lado, los síntomas pueden ser compartidos con distintos trastornos, bien de refracción (que impide que el ojo enfoque) o bien de tipo estrabismo (desviación del ojo).

TIPOS DE ALTERACIONES

“Hay tantas que comprenden toda una especialidad dentro de la oftalmología pediátrica”, asegura Enrique Villalobos, quien se centra en 3 o 4 patologías “fundamentales”, ya que su diagnóstico y tratamiento precoz puede impedir una ambliopía (menos desarrollo visual) o, incluso, una ceguera.

Dentro del grupo de recién nacidos, Villalobos pone la atención en la retinoblastoma y catarata congénita.

Asimismo, en niños todavía lactantes, “es fundamental el diagnóstico precoz de problemas de refracción como la miopía o hipermetropía, además también la detección del estrabismo”, indica. “Estas dos últimas, en formas más latentes, a veces se diagnostican de forma más tardía en la edad preescolar”.

En el caso de que se haya decidido acudir a un profesional, este realizará un diagnóstico diferente según la edad del paciente. Para las primeras revisiones, comenta Villalobos, “siempre se hace de manera habitual, a parte de la propia inspección, lo que se llama el reflejo rojo”. Se trata de alumbrar la zona de las pupilas con la luz del oftalmoscopio a una distancia aproximada de un metro.

Asimismo, se tomarán imágenes oculares para comprobar posibles alteraciones en el caso de que no se vea nada, una forma irregular o un color blanquecino, según el pediatra.

“En el caso de ser catarata congénita o retinoblastoma se verían las imágenes blanquecinas”.

En niños más “mayorcitos”, Villalobos apunta a un cribado visual con optotipos, es decir, las letras, dibujos o símbolos para reconocer desde una distancia determinada.

“Ver esos optotipos a una cierta distancia, nos va a ayudar a poder determinar qué grado de agudeza visual tiene el niño”, detalla el pediatra.

En última instancia, Villalobos recuerda que para determinar patologías latentes, se hace la prueba de tapar y destapar. O dicho de otro modo, se tapa un ojo al paciente y, con el otro, debe fijar la vista en uno de los optotipos.

“De esa manera, ese ojo tapado, al perder el estimulo y la necesidad de converger, puede ser que se desvíe un poquito para un lado. Así podemos detectar estrabismos sutiles que previamente no se habían observado”, concluye.

 

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE