Ataques y robos que no perdonan ni al alumbrado público

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Los ataques y robos a faroles del alumbrado público, así como a monumentos, juegos infantiles, cartelería y otros elementos que forman parte del mobiliario urbano, generan anualmente a la Municipalidad un costo millonario en concepto de reparaciones y reposiciones. Esta suma de dinero, equivale a la inversión que requeriría la creación de cinco nuevas plazas cada doce meses. Sin embargo, se trata ése de tan sólo uno solo de los perjuicios que origina el vandalismo.

Tales consideraciones parecen oportunas para acompañar la información ofrecida ayer en este diario, acerca de que un tramo de la avenida 173, entre la 520 y la 44 –rehabilitada y puesta a punto hace poco más de un año por la Comuna- sufrió estos ataques, en especial el robo de lámparas de las columnas de alumbrado, hasta convertir a esa vía caminera, que es estratégica para la zona oeste, en un escenario propicio para los robos y los accidentes viales, dada la oscuridad reinante.

Los vecinos recordaron que la obra de restauración y modernización de la avenida 173 fue presentada como una de principales de la zona oeste, por conectar la región de Lisandro Olmos con Melchor Romero. Reseñaron que la construcción de un puente sobre el arroyo del Gato, el nuevo asfalto y la iluminación con luces led entusiasmó a los vecinos, que empezaron a utilizar esa arteria tanto para trasladarse como para la realización de actividades deportivas en torno a la nueva calle. Sin embargo, dijeron, en pocos meses comenzó el robo de los faroles y la calle quedó convertida en un oscuro túnel que habilita la actividad delictiva y pone en riesgo a peatones, ciclistas o automovilistas.

Entre otros reclamos, también advirtieron que el asfalto del camino ya sufre las consecuencias del paso de unidades de gran porte y el alto tránsito, lo que ha generado roturas en distintas áreas. Todo ello, sumado a la apertura de nuevas calles que llegan a la avenida, la han convertido en una vía de circulación de alto riesgo, con accidentes fatales, dijeron.

Lo cierto es que, sea por los robos o por la inexistencia del sistema de alumbrado, existen asimismo sectores que también demandan una respuesta pronta por parte de las autoridades, como ocurre con los largos tramos a oscuras que exhiben de noche las principales vías de accesos a la Ciudad. En este caso, son tradicionales por su falta absoluta de alumbrado distintos tramos de los caminos Centenario y Belgrano, así como de las avenidas troncales que llevan hacia el sur. Pero también son sumamente peligrosos algunos caminos comarcales, de intenso tránsito, como la llamada calle 11 que lleva desde el camino Belgrano a Los Porteños y Las Banderitas, en los que los peatones, motociclistas y automovilistas se desplazan en medio de una oscuridad casi total o por lugares carentes de banquinas.

Resulta obvio señalar que aquellos puntos de la ciudad que convocan la presencia de mucho público exigen mayor mantenimiento y una preferente atención, a la hora de resolver las deficiencias que se pueden ir presentando. No obstante, ello no significa que puedan existir lugares públicos que merezcan mayor atención que otros, en razón de su ubicación. Lo cierto es que se debe disponer de un eficiente alumbrado público, tanto en las zonas céntricas como en las más alejadas. Para ello es que los vecinos pagan las tasas correspondientes.

Amerita asimismo concluir en que, más allá de la vigilancia efectiva que merecen estos sitios, pareciera que la actividad más eficiente que deberían desplegar las autoridades pasa por inculcar en la población principios de convivencia cívica, sin cuya presencia será imposible aguardar mejoras en esta materia. Ello, sin perjuicio de intensificar la vigilancia sobre las calles, plazas y otros espacios públicos.

 

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