Los violentos nos siguen dominando

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Por EDUARDO TUCCI

deportes@eldia.com

De nada valieron las luces de alarma, las advertencias y las críticas que despertaron hace sólo una semana los desmanes provocados por los violentos en tres escenarios diferentes de nuestro fútbol. Pocos días después, en Mataderos, la locura barrabrava se adueñó una vez más de la escena y las cámaras de TV captaron en vivo y en directo como dos facciones de la hinchada de Nueva Chicago protagonizaron corridas, peleas a golpes de puño y ataques con palos y armas blancas en pleno tribuna.

El marco que dio lugar al desenfreno fue el partido que jugaron el Torito y Temperley por uno de los torneos de ascenso de la AFA. El resultado, heridos, detenidos y la promesa de sanciones. La sensación que quedó flotando una vez más es que el desenfreno le sigue ganando a la cordura, la impericia a la organización y el vandalismo al decoro. Nadie parece a esta altura dispuesto a parar el accionar de quienes únicamente llegan a una cancha de fútbol con el único objetivo de imponer la violencia, aún con otros hinchas de su propio club, con la finalidad de dirimir internas por el negocio de la tribuna y los alrededores de los estadios.

Lo ocurrido los dos últimos fines de semana marcan el recrudecimiento de la violencia en los estadios del fútbol argentino. La peor de las escenas en su máximo esplendor y con la impunidad de que –en el caso de los violentos cruces ocurridos en Nueva Chicago--, todo sucedió ante las cámaras de TV. Una ola de incidentes que asustan sin que lo ocurrido haya provocado más que una declaración de compromiso de quienes deben combatirlos.

Horas atrás habíamos prestado atención por la magnitud de los hechos a lo ocurrido en distintos puntos del país con el dramatismo y el temor como escenografía. En ese momento, por el torneo de la Primera Nacional debió suspenderse a los cinco minutos de juego el duelo entre el dueño de casa, Independiente Rivadavia de Mendoza, y Atlanta: integrantes de la barra local ingresaron al estadio con facas amenazando a todos los presentes. No satisfechos con eso, luego prendieron fuego varias banderas y un sector de tribunas.

La crónica del terror escribió su próximo capítulo un día más tarde, en las calles de Bahía Blanca cuando un hincha de Olimpo murió de un disparo en medio de un enfrentamiento entre las hinchadas del equipo Aurinegro y Villa Mitre, el clásico rival. El partido se disputó a pesar de que ya se conocía la confirmación de la muerte del joven de 28 años.

Violencia, poder, fútbol y drogas, un combo que se ha instalado dentro del formato de las barras bravas, un fenómeno que comenzó a popularizarse en la década del 60. Si bien los episodios trágicos en torno al fútbol vienen de antes: desde 1922 a la fecha se registran más de 300 muertes por episodios. Un registro que habla a las claras del flagelo que nos ocupa.

La violencia en las canchas sigue siendo un problema pero mucho más lo es la carencia de soluciones. Las crónicas policiales metidas en la información deportiva ya se has convertido en un episodio común, lamentablemente. Mientras tanto, el horror, la indignación y el rechazo es lo único que se renueva: en escenario y los actores siguen siendo los mismos.

 

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