El crimen de Fernando generó una movilización masiva contra la violencia

Ante una multitud, la madre del joven pidió “justicia por mi hijo” y desgarrada de dolor dijo que “lo mataron a traición”

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“Se nos vino todo abajo. Mi casa está vacía cuando me levanto. Tengo su cama tendida y sé que no volverá”. Las palabras Graciela, la mamá de Fernando Báez Sosa, retumbaron en buena parte del país como un alerta sobre la consecuencia más dolorosa de la violencia. La pronunció ante la multitud que participó en la marcha frente al Congreso de la Nación por el asesinato a golpes de su hijo, cometido hace un mes en Villa Gesell.

En la noche del 18 de enero, el joven de 18 años fue a bailar con sus amigos. De madrugada lo mataron a trompadas y patadas. La investigación determinó que fue una agresión en manada por la que se acusa a diez jóvenes de Zárate, de vacaciones en esa ciudad, igual que Fernando.

El pedido de justicia y el mensaje contra la violencia impulsaron marchas en varias provincias (Córdoba, San Juan, Tierra del Fuego, Mendoza). También se movilizaron vecinos de Zárate. Incluso, hubo expresiones de argentinos en Londres, Barcelona y San Pablo.

“Quiero justicia por mi hijo, lo que le hicieron es terrible, no lo dejaron defenderse, lo mataron a traición”, exclamó entre llantos Graciela Sosa sostenida por su marido Silvino y acompañada por la multitud en la Plaza del Congreso.

“Quiero agradecer a todos por venir. Mi vida no es fácil. Pero con ustedes se va a hacer justicia por mi hijo”, agregó. Los asistentes exclamaban “perpetua, perpetua” y levantaban carteles con la cara de Fernando.

Julieta Rossi, la novia de Fernando, y los amigos del joven fueron los primeros en entrar al escenario pasadas las 18.15 y se sentaron en el piso.

La iniciativa, también contó con la participación de José Ventura, el padre de Pablo, el joven que -según fuentes del caso- fue detenido por testimonios de los acusados que lo incriminaron pese a que no formaba parte de ese grupo de amigos y no estaba en Gesell. El chico fue sobreseído tras pasar varios días detenido.

Además, participaron familiares de otras víctimas de crímenes en distintos punto del país y referentes de casos que movilizaron a la sociedad, como la monja Marta Pelloni (María Soledad Morales) y Juan Carlos Blumberg, padre de Axel, el joven secuestrado y asesinado en 2004.

En el último movimiento del expediente judicial, la fiscal del caso, Verónica Zamboni, endureció la calificación de 6 de los 8 acusados, al considerarlos ahora coautores del homicidio doblemente agravado (alevosía, premeditación).

Hasta entonces, solo aparecían en ese rol Máximo Thomsen (20) y Ciro Pertossi (19). Ahora sumó a Luciano Pertossi (18), Ayrton Viollaz (20), Matías Benicelli (20), Lucas Pertossi (20), Enzo Comelli (19) y Blas Cinalli (18). Todos fueron citados para esta mañana a declaración indagatoria.

Solo seguirán acusados como “partícipes necesarios” Alejo Milanesi (19) y Juan Pedro Guarino (19), quienes recuperaron la libertad el 10 de febrero por “falta de pruebas (declaran mañana).

En pocas horas se reunieron 320 mil firmas para que no quede impune el crimen

 

En la pantalla del escenario se proyectó un video de Fernando con fotos de cuando era niño, junto a sus padres, los amigos del Colegio Marianista y su novia Julieta Rossi.

Luego, se recordó con un video la participación del joven en un proyecto solidario de su colegio. Más tarde sus amigos y su novia cantaron la canción “El misterioso dragón”, que solían cantar con el joven fallecido.

“En nombre de Silvino y Graciela, los padres de Fernando, decimos que iremos hasta las últimas consecuencias para que haya justicia para Fernando y todas las víctimas de la violencia”, dijo el locutor en el acto, mientras varios miles de asistentes arengaban. Algunos levantaban carteles con la cara de sus familiares, víctimas también de la violencia.

Miguel De Martino, diácono del colegio Marianista al que concurría Fernando, dio un mensaje religioso. Luego, Silvino Báez rezó al Padre Nuestro junto a la multitud. Al final, en otra escena cargada dolor Graciela saludó levantando los brazos.

 

 

 

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