En Arabia Saudita, las reformas sociales avanzan con dificultad
Edición Impresa | 3 de Febrero de 2020 | 01:22

RIAD
Por HAITHAM EL-TABEI
AFP
En el centro de Riad, Ibrahim mira con desaprobación a una joven en jean ajustado apenas cubierta por una abaya (túnica musulmana). Para este saudí, las reformas sociales han sido demasiado “rápidas y brutales” en el reino ultraconservador.
“Las fiestas ruidosas, la diversidad, la permisividad con la ropa de las mujeres, que estas fumen en público. Todo esto no puede ocurrir en el país que alberga los lugares santos” del Islam -la Meca y Medina-, dice este profesor de árabe, de 55 años, con barba blanca bien recortada. “Siempre hay una especie de degeneración oculta, como en todos los países, pero ahora está bien a la vista”, juzga este padre de cinco hijos que prefiere no dar su apellido. Se dice partidario de una libertad “controlada”.
Bajo el impulso del príncipe heredero Mohamed bin Salmán, Arabia Saudita experimenta desde 2017 cambios sociales que están dejando atrás el rigorismo religioso, la estricta separación de sexos y la ausencia de lugares de ocio tan denigrados por los conservadores.
Las mujeres ya pueden conducir un vehículo, asistir a los estadios o a conciertos de música al lado de los hombres. Los cines han vuelto a abrir sus puertas, los espectáculos para jóvenes se multiplican y la actividad de la policía de las buenas costumbres ha caído.
Considerado por algunos como el Woodstock saudita, el festival estadounidense de música de referencia de la generación hippie de 1969, el “MDL Beast”, el mayor acontecimiento musical que se organiza en la historia del reino, fue recibido por Riad a fines de 2019.
Durante tres días, DJ internacionales hicieron sonar la música y bailar a miles de personas al aire libre, incluidas jóvenes sin velo.
“BORRAR LA IDENTIDAD”
Aunque siguen en vigor muchas restricciones, en particular para las saudíes que están sujetas a la tutela masculina, esta apertura ha sido muy bien recibida por los jóvenes, encantados de poder disfrutar del ocio, como ocurre en otros países del Golfo.
Responsables religiosos cercanos al gobierno aprobaron estos cambios que no se consideran contrarios al Islam. Y los conservadores que los desaprueban suelen abstenerse de hacer cualquier crítica en público.
El religioso Omar al Muqbil fue detenido, según seguidores, por acusar a los responsables, encargados de organizar los espectáculos, de “borrar la identidad original de la sociedad saudí”.
Las voces críticas al gobierno siguen en el punto de mira de las autoridades. Varios disidentes, entre ellos militantes feministas que reclaman más derechos, siguen detenidos.
“El problema no es el cambio en sí, sino el hecho de que no sea progresivo, que sea repentino y brutal”, estima un funcionario de 47 años, mientras bebe un café en un restaurante cerca de Riad. “Me niego a que mis hijos vayan a este tipo de fiestas, aunque no sé si lo hacen sin saberlo yo. Todo es posible”, admite ese padre de cuatro adolescentes, dos de ellos chicas.
“DE UN EXTREMO AL OTRO”
Incluso entre los jóvenes, los cambios no son del agrado de todos. Algunos hablan de “desviaciones morales” y otros lamentan que la sociedad no haya sido “preparada”. “Hemos pasado de un extremo al otro en un cerrar de ojos”, dice.
Varios vehículos que son propiedad de mujeres han sido quemados, según la prensa local que acusa a los extremistas que se oponen a que conduzcan. Y en diciembre, unas cien personas fueron detenidas por “indecencia” o por llevar “ropa inapropiada”.
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