Oro, el refugio de los inversores ante el temor de una nueva crisis
Edición Impresa | 1 de Marzo de 2020 | 02:22

La demanda de oro siempre suele ser una medida de la incertidumbre de los inversores y la consecuente búsqueda de un refugio. La semana pasada la onza superó el valor de los 1.600 dólares tal como ocurrió en el 2012 a raíz de los temores que despertó la crisis bancaria de cuatro años antes y que no lograban superar. Después el valor comenzó un descenso y el 31 de diciembre de 2017 se cotizó a 1.272 dólares. La expansión económica había generado confianza y los capitales volvían a las bolsas de Europa, Asia y EE.UU. dando oxígeno a las empresas.
Sin embargo las incertidumbres reinaron nuevamente y durante 2019 el precio del oro aumentó un 18.9 por ciento y en enero y febrero de este año se incrementó nada menos que un 7.9 por ciento. No hay ninguna inversión en servicios, industrias o comercios que reditúe una cifra aproximada en el mundo desarrollado. Y por el contrario la caída del valor de las acciones de grandes empresas de todos los continentes protagonizó la crisis. Sobre el fin de la semana el oro bajó a 1.580,87 dólares pero tres días no marcan una tendencia. Para la Bolsa fue la peor semana desde 2008.
Otro refugio son los bonos del tesoro de Estados Unidos. Se los valora tanto que al viernes pagaban 1,12 por ciento al año. Es decir menos que la inflación en ese mismo país. Por otra parte para morigerar los efectos de una recesión la Reserva Federal -el Banco Central norteamericano- anunció que puede bajar las tasas de interés y los analistas suponen que en doce meses serán reducidas al 1,12 por ciento anual para fomentar la inversión y el consumo en activos comerciales, de servicios o industriales si fuera necesario.
Los analistas subrayan que el panorama había comenzado a cambiar antes de la aparición de la fiebre o de la guerra comercial entre China y Estados Unidos. El hecho es que en la economía mundial se vivió un ciclo expansivo que con un no siempre confesado espíritu keynesiano los grandes inversores pronosticaban que estaba llegando a su fin y que por una razón u otra era inevitable una desaceleración de la actividad que generalmente se inicia por una brusca frenada.
El oro sirve para medir el grado de confianza de los particulares porque el total de las reservas de los países, generalmente a través de los bancos centrales, es menos del 20 por ciento del oro extraído. El resto puede estar atesorado por particulares o utilizado en joyas y adornos.
Las diez naciones cuyos estados son propietarios de las mayores reservas son Estados Unidos, Alemania, Italia, Francia, Rusia, China, Suiza, Japón, India y Holanda, según revela el cuadro que acompaña estas líneas.
Rusia, por ejemplo, aceleró la compra de oro en los últimos años al tiempo que China prohibió la importación de este valioso metal para defender su moneda. Y aunque en el ranking global Suiza se posiciona en el octavo puesto entre los principales tenedores de oro, trepa al primer lugar cuando la cuenta se hace “per capita.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) tiene 2814 toneladas y el Banco Central Europeo 504, al tiempo que los países latinoamericanos tienen como reservas cifras inferiores a las 80 toneladas cada uno.
Por supuesto que el valor asignado al oro no está directamente relacionado con los costos de las mineras aunque no pueden ignorarse los aumentos producidos por el agotamiento de las minas y afortunadamente por las regulaciones para proteger el medio ambiente como ocurrió en Mendoza.
Wall Street sigue culpando al coronavirus por las caídas de las bolsas, pero inciden también otros factores. De todas maneras, ha comenzado una batalla para evitar los estragos de una gran recesión. El precio del oro volverá a indicar la confianza del público y los inversores en las medidas que tomen los gobiernos para incentivar la inversión en desarrollos productivos.
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