Para enfrentar la emergencia es vital la capacitación

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Ante cada una de las calamidades climáticas que, cada vez con mayor frecuencia, se abaten sobre nuestra región; o frente a episodios de enorme y trágica repercusión, como ocurrió en varias oportunidades con el fenómeno de las inundaciones; o cuando se presentaron contingencias graves como incendios, cortes prolongados de energía eléctrica u otras catástrofes, siempre se postuló en esta columna la necesidad de que se consolidara en nuestra zona una estructura sanitaria y de defensa civil, integrada por organismos dependientes de distintos poderes públicos municipales, provinciales o nacionales, que se encontrara ajustada en su funcionamiento por directivas comunes.

Esta situación, como se recordará, se volvió dramáticamente necesaria cuando nuestro país se vio enfrentado a las gravísimas circunstancias que planteó la guerra de las Malvinas, que obligó a montar en la Región, así como en el resto del país, diversas medidas preventivas, como la capacitación de personas en las técnicas de primeros auxilios y en promover otras acciones de carácter colectivo, destinadas a neutralizar las eventuales consecuencias de un conflicto de semejante magnitud.

Ahora nuestro país y esta región se encuentran desafiados por el Coronavirus, una enfermedad cuyo origen, alcances eventuales y métodos de curación se encuentran todavía en etapa de investigación, sin vacunas ni otros recursos terapéuticos más allá de los que provengan de acciones preventivas genéricas, pero que deben ser respetadas a ultranza.

Por lo que se va viendo, lo novedoso de este verdadero flagelo reside en que no existe actividad humana que no se encuentre potencialmente alcanzada por sus efectos. La Comuna platense adelantó ayer la suspensión de diversas actividades, prohibiéndose las concentraciones masivas e intensificándose los cursos de capacitación. Entre otros el que comenzaron a realizar, taxistas, colectiveros y personal de las agencias de viajes. Estas acciones ya habían empezado con comerciantes y con encargados de locales gastronómicos.

También se tienen previstas reuniones similares con representantes de barrios cerrados y clubes de campo, a fin de consensuar métodos preventivos frente al posible avance de la pandemia, así como con sindicatos y gremios para explicar allí los protocolos de prevención del virus en los ámbitos laborales y de la administración local, en particular de aquellos que se ocupan de la atención al público. Lo mismo ocurrirá con los jardines de infantes municipales, aquí tomándose como guía, según se informó los parámetros que surjan del área de Educación provincial.

El próximo lunes ocurrirá otro tanto con representantes de geriátricos y hogares de ancianos, en tanto que al día siguiente las reuniones instructivas se realizarán gimnasios, natatorios, clubes de barrio e instituciones sociales y culturales.

En realidad, se han sumado tantos años de inacción en materia de defensa civil, concluyéndose casi siempre en reacciones esporádicas, improvisándose frente a las distintas calamidades, que sigue costando persuadir a las autoridades –y a la sociedad misma- sobre la necesidad de contar con estructuras permanentes de defensa civil, dotadas de recursos e idóneas a la hora de actuar en forma consistente para enfrentar las emergencias.

La aún potencial pero también vertiginosa capacidad que exhibe el Coronavirus para expandirse más allá de todas las fronteras –no en vano la Organización Mundial de la Salud acaba de declarar a esta enfermedad como una pandemia- exige que se tome conciencia inmediata y que nuestra sociedad disponga de un mucho más confiable y efectivo sistema de defensa civil, además de contar con una estructura hospitalaria y de centros de salud con aptitud para intervenir en esta grave emergencia.

 

 

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