Un presidente obligado a mostrar liderazgo, luego del desafío de las provincias que cerraron fronteras

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MARIANO SPEZZAPRIA

@mnspezzapria

 

La decisión del Gobierno de decretar la cuarentena nacional obligatoria para evitar que se propague el coronavirus en el país marca un hito en la construcción de poder de Alberto Fernández, un presidente que se topa de frente con una pandemia global a pocos meses de iniciar su mandato y que ante la urgencia, está obligado a mostrarse capaz de ejercer un liderazgo sin dubitaciones.

De hecho, el Presidente se vio prácticamente forzado a avanzar con las restricciones en forma más contundente luego de que varias provincias, entre ellas Mendoza, Chaco y Santa Fe, cerraran sus fronteras de manera inconsulta. El gesto de autoridad que anoche comunicó Alberto F. en la quinta de Olivos tuvo una relación directa con el desafío que hicieron esos gobernadores.

Según pudo saber EL DIA, en el Gobierno no cayó nada bien la controversial decisión de esas provincias y de algunas ciudades del interior del país, como Gualeguaychú, en Entre Ríos. A tal punto, que desde la Casa Rosada hubo consultas con constitucionalistas para saber si correspondía judicializarlas por quebrantar el sistema federal, en la circulación de personas y mercaderías.

Uno de esos gobernadores, el radical mendocino Rodolfo Suárez, participó ayer de la cumbre de Olivos por videoconferencia, porque ya había decretado la cuarentena en su provincia y no podía abandonar el territorio. También Axel Kicillof apeló a esa modalidad, aunque en su caso no desafió al Gobierno central sino que, por el contrario, aceptó una intervención directa en el Conurbano.

La decisión del Presidente de levantar cinco hospitales modulares en el Gran Buenos Aires para hacerle frente a un eventual pico de demanda por el coronavirus, implica en los hechos un fuerte desembarco del Gobierno nacional en territorio bonaerense, con obras costosas que la Provincia no podría financiar.

Pero más allá de las cuestiones jurisdiccionales, lo cierto es que el 70 por ciento de los casos de contagio comprobado de coronavirus están focalizados en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA). De ahí la insistencia de la Casa Rosada por coordinar acciones con Kicillof y también con el alcalde porteño Horacio Rodríguez Larreta, que ayer regresó a Olivos tras sólo cuatro días.

Aunque el Presidente contó con la comprensión de sus aliados, tanto oficialistas como opositores, también recibió algunos planteos “picantes” de gobernadores que acostumbran a hablar directamente. Concretamente, le hicieron demandas de sus distritos frente al peligro latente que encierra el coronavirus. Alberto F. salió del paso apelando a la “coordinación nacional”.

“Esto ahora se empieza a ordenar, sino es un descontrol y te presiona la ansiedad de la gente”, admitió un ministro del Gabinete en los jardines de la quinta presidencial. Sobre la cuestión sanitaria, el funcionario deslizó: “Es un virus del que sabemos algunas cosas y otras no”, con lo cual la estrategia para frenar su expansión –por más dura que sea- tampoco está certificada”.

Tampoco hubo un acuerdo total entre el Presidente y los gobernadores sobre el impacto económico que tendrán las medidas de restricción a la circulación. De hecho, ese habría sido el motivo por el cual la cuarentena se prolongó solamente hasta el 31 de marzo. Alberto F. les prometió que habrá más resoluciones para atender las demandas de distintos sectores.

Sin embargo, en la foto final del anuncio el Gobierno procuró mostrar a un Presidente rodeado de gobernadores aliados (Kicillof y en esta circunstancia específica, Larreta) y otros dos que ya habían tomado medidas desafiando la autoridad presidencial (Morales en Jujuy y Perotti en Santa Fe). Así, Alberto F. buscó exhibir el respaldo de todos, aunque por lo bajo haya diferencias solapadas.

 

 

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