Una familia querida, un “chico normal” y el estruendo en la noche

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“Todos pensamos en un robo, una entradera, otro hecho de inseguridad en este barrio castigado”, reflexionó un vecino que vive enfrente de la casa de dos plantas situada en el 467 de la calle 29. Allí, desde hace décadas vive una familia que antenoche quedó destrozada.

En 29 entre 41 y 42 y las cuadras aledañas, ninguno de los vecinos que habló con este diario imaginaba un desenlace como el que indica la imputación judicial contra Bertolotti hijo.

“Se oían los gritos de ella enseguida de los disparos que fueron seis o siete”, apuntó una mujer que vive a la vuelta.

El vecino de enfrente añadió que al escuchar los tiros, se asomó a la calle y vio al ahora imputado a los gritos en medio de la calzada, tratando de parar el tránsito en busca de ayuda. “No pasaron dos minutos que ya habían llegado dos patrulleros y todos se fueron para adentro de la casa”, recordó.

“Es una familia muy buena, muy querida y de muchos años en el barrio. No se sabe qué pudo pasar”, contó Cristina Sada, vecina de la zona y coincidió con otros frentistas en la primera reacción: “como vivimos con tanta inseguridad, todos los vecinos pensamos lo mismo. Se escucharon cerca de la medianoche siete tiros. Por lo tanto, un vecino llamó al 911 e inmediatamente vino la Policía. Cuando abrieron la puerta se encontraron con este drama”, detalló.

Los vecinos ven seguido a Guillermo Ignacio de visita en la casa de los padres.

Una joven vecina del barrio contó que fue profesora de inglés del acusado, que hizo sus estudios en un colegio religioso de la zona. “Normal, un chico normal es todo lo que recuerdo de él y su familia”, dijo.

 

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