Pautas para evitar contagios con la entrega de alimentos

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La aparición del coronavirus no sólo alteró usos y costumbres de la población, sino que, también obliga a las autoridades sanitarias a acentuar controles, muchos de ellos preexistentes y que se vienen aplicando en forma deficiente. Se trata, en definitiva, de oponerle a la pandemia una prevención integral que actúe con eficacia, ya que muy poco o nada se ganaría con montar barreras de contención sólo parciales, permitiéndose la subsistencia de actividades desprovistas de esas defensas.

En este contexto se inscriben, entonces, los operativos de control bromatológico que realiza la Municipalidad platense y que deben profundizarse en estas jornadas, caracterizadas por la obligada irregularidad con que se desarrolla la venta de alimentos. Se trata en primer lugar de que las inspecciones fiscalicen en todos los puntos de comercialización, ya que se habla de una actividad directamente ligada a la salud de la población y, como se ha dicho, en mayor medida ahora en que deben regir los más estrictos principios de higiene.

Así, anteayer se anunció la clausura de una pescadería ubicada en el casco urbano platense, que según se informó desde Control Urbano, no cumplía con los parámetros establecidos de higiene, con la obligación de contar con libretas sanitarias de empleados y por fallas relacionadas al acopio de mercadería.

Como se ha dicho, este tipo de fiscalización debe acentuarse y extenderse a todos los comercios del rubro alimenticio. Asimismo, ahora, la generalización del sistema de delivery debiera obligar a que la Comuna también ajuste y defina con precisión los recaudos que debieran cumplir los encargados de esos repartos.

Se habla aquí de la necesidad de que existan pautas higiénicas y sanitarias muy precisas para lograr que las operaciones de entrega domiciliaria se realicen en debida forma, evitándose toda posibilidad de contagio y, además, ofreciéndole a los compradores instrucciones detalladas sobre los recaudos que deben tomar al ingresar los artículos comprados a sus domicilios. En este último sentido es donde cobran valor las campañas de concientización.

Sea como sea, conviene recordar que numerosas evidencias médicas reunidas en los últimos años vinieron advirtiendo sobre un debilitamiento ostensible de los controles bromatológicos que se realizan en nuestra zona. Aunque también es preciso decir que en las revisiones sanitarias sobre los comercios que los expenden también se detectaron anomalías, esto es en lo que atañe a la producción, manipulación, conservación, elaboración y distribución de esos productos de consumo.

Desde luego que esa situación se vio agravada por la irresponsable proliferación de puestos de venta informales de toda clase de alimentos, que se vino registrando en distintos lugares de la Ciudad. Y ahora, como se ha dicho, el coronavirus obliga a encender todas las luces amarillas en esta materia.

Lo cierto es que lo complejo del tema, cuya gravedad se ha intensificado hasta volverse crítica en estas jornadas de cuarentena, exige de la Comuna, de los organismos provinciales de salud, de los empresarios comerciales y de la sociedad una comprensión cabal de los valores que están en juego. Que son aquellos que están relacionados nada menos que a la salud y a la vida de la población.

 

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