Adiós a Fontova: el hombre que hizo que el país se sienta bien a pesar de todo
Edición Impresa | 21 de Abril de 2020 | 03:46

Como suele ocurrir cada vez que un gran artista muere, seguramente desde hoy se dispararán las escuchas de “Me siento bien”, el emblemático himno a vivir en el país y ser feliz “a pesar de todo” que compuso Horacio Fontova, fallecido ayer a los 73 años. Pero antes y después de aquel éxito de 1987, “El Negro” enarboló una carrera inquieta y multidisciplinar que lo volvió un personaje icónico de la cultura popular argentina, a la que dotó de su impronta como músico, compositor, actor, dibujante y escritor, siempre, claro, con el humor como bandera.
Sobre ese pilar, el creador construyó una obra variada y apreciada que –en sintonía con sus más profundas convicciones políticas e ideológicas- siempre lo ligó con lo popular.
“El Negro” nació el 30 de octubre de 1946, hijo de Horacio González Alisedo (cantante lírico y productor cinematográfico) y María Fontova (concertista de piano) y en el seno de una familia con antecedentes artísticos que se encargó de nutrir en la Escuela Nacional de Bellas Artes Manuel Belgrano. Fue director de arte, diseñador gráfico e ilustrador de la emblemática revista El Expreso Imaginario en 1976 y también armó portadas de álbumes de rock y afiches anunciando recitales y conciertos.
En la música se inició compartiendo un dúo folclórico con su prima Susana y formó parte de las bandas Patada de Mosca, el Dúo Nagual (junto a Alejandro de Raco en Venezuela) y el trío Expreso Zambomba. Y en ese andar llegó a sumarse a un concierto de Los Redondos en 1979 en el teatro porteño Margarita Xirgu, una experiencia que recordó en el documental “El alucinante viaje de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota”, dirigido por el Comando Luddista.
FONTOVA Y LOS REDONDOS
Aquellos eran días en que, a pesar de la dictadura, diversos colectivos artísticos habían confluido y experimentaban con el arte, las drogas y formas de vida alternativa: la banda llegó a realizar un retiro en Valeria del Mar, para comenzar una experiencia en comunidad, siguiendo los preceptos de los escritores de la generación beatnik como Allen Ginsberg, William Burroughs y otros; y viajó a Salta en micro para compartir sus experiencias con otra comunidad, en unos albores en los que, por ejemplo, tocaron en El Teatro de La Cortada en San Telmo con puesta en escena de Robertino Granados y participación de Katja Alemann como conejita de cabaret. Y en medio de ese gentío que acompañaba a los Redonditos, estaba Fontova, que reemplazaría la voz del Indio en 1979, en un mítico recital realizado en el Teatro Margarita Xirgu, más parecido a una bacanal que a un concierto de rock.
“Con Skay éramos viejos amigos y qué te voy a decir, fue alucinante cantar con los Redondos, que en aquel entonces no era el furor”, relata Fontova en el documental. “Todo era mucho más teatral. Estaba ‘El 12’ que hacía de Sultán, armaban como una tienda árabe. Y con las ricoteras disfrazadas de esclavas. Encima los religiosos, los canastones de panadería llenos de los redonditos de ricota, los buñuelos, que cuando terminaba el show terminaban todos pisados”, agregó.
Skay había sido en aquellos años guitarra de “Fontova & La Foca”, un dúo que fue “trío, octeto, etc.”, de cambiante formación y colaboradores. A esa agrupación invitó Beilinson a participar del show de los Redonditos en el Xirgu, pero terminó reemplazando al Indio.
“Recuerdo que ya finalizando el recital, el piso del escenario era una chorreada mezcla de cantidad de licor que caía cual vereda recién lavada mezclado con la masa deforme y aplastada de los buñuelitos que llovían desde la platea. ¡Qué escena, por favor! Todo en un marco de jolgorio, delirio y algarabía como cuando era chiquito y mis viejos me llevaban al parque de diversiones. ¡A pasarla bien! ¡Cómo no sentirme así!”, recordaba Fontova.
Era apenas el inicio de su carrera musical, una que incluyó otras incursiones como Fontova y sus Sobrinos, Fontova y los Tíos y Fontova Trío. Con esas formaciones gestó canciones muy exitosas como “Me tenés podrido”, “Sacá la mano de la lata”, “Quiero una novia pechugona”, “Los hermanos Pinzones”, “Qué viva la chacarera” y “Me siento bien”. También por entonces llegó dos veces a Obras: en 1985 con “Maslíah–Fontova: Bienvenidos a la Argentina”, junto al artista urguayo y en 1988 para lanzar su sexto disco “Fontova Presidente”.
Hacia 2002 armó el dúo Fontovarios con el bajista José Ríos (que lanzó junto a Liliana Herrero y Daniel Melingo), en 2005 ganó el Premio Gardel por “Fontova-2004-NEGRO” que presentó con invitados como Lito Vitale, León Gieco, Skay Beilinson, Peteco Carabajal y Daniel Maza, entre más, y a partir de 2010 volvió a un formato íntimo y solitario en el que se acompañaba de su guitarra Clarita.
EL ACTOR
Pero en paralelo a su carrera musical, Fontova desarrolló una carrera como actor: tuvo un bautismo poderoso a inicios de los 70 como integrante del elenco de “Hair” en la versión argentina de la comedia musical, y dos décadas después regresó con alto impacto como partenaire de Jorge Guinzburg en el ciclo televisivo humorístico “Peor es nada” donde se consagró componiendo a Sonia Braguetti. Para los que les pegue la nostalgia, la serie puede verse por Volver, los sábados a las 13.
En esa faceta, en 1995 fue elegido para reemplazar a Daniel Rabinovich en una gira por España del conjunto Les Luthiers haciendo “Grandes hitos” y hacia 1998 creó y protagonizó el programa de humor “Delicatessen” que en la pantalla de América lo reunió Diego Capusotto, Fabio Alberti y otros humoristas.
También actuó en las obras de teatro “Porteños”, “Orquesta de Señoritas”, “Malos hábitos” y como protagonista de la zarzuela “La corte de Faraón”, entre otros títulos, y fue parte de varias cintas en cine, formando parte de los elencos de “La Peste” (1991, Luis Puenzo) y “Aballay, el hombre sin miedo”, de 2003 y 2010, respectivamente, entre otros créditos. Y también hizo radio junto a Pedro Saborido y Coco Sily en el programa “Código de Barras” (Radio La Red y sumó un tercer Martín Fierro al par obtenido por su tarea televisiva con Guinzburg) y publicó dos libros “Témpera Mental” y “Humano-Cero Humano”.
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