El país ante la encrucijada que plantea la pandemia

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Los datos de la realidad en nuestra zona resultan elocuentes, en el sentido que en las últimas jornadas comenzó a experimentarse una suerte de “espontánea” flexibilización de la cuarentena. Tal como se informó en la edición de ayer, la escasa circulación social en La Plata dejó de ser lo que era. Con locales abiertos, con chicos en las calles y con las principales arterias repletas de autos, la Ciudad marchaba, en cambio, a un ritmo prácticamente similar al de cualquier día habitual hasta antes de la pandemia.

Se describió allí que ese panorama podía apreciarse en los principales corredores comerciales donde las veredas fueron ganadas no sólo por adultos que salían a hacer trámites, compras o se desplazaban a sus trabajos, sino también por jóvenes y adolescentes. Un cuadro similar podía observarse a lo largo del tramo central de la avenida 7, en la diagonal 80 hacia las paralelas, desde la calle 45 hasta la 54. También resultó considerable el incremento de autos en la vía pública.

A su vez, tal como vino sucediendo la semana pasada, comercios de algunos rubros que no están habilitados comenzaron a levantar sus persianas en medio del asedio por las complicaciones económicas que deben afrontar, según reportaron vecinos a este medio.

En tanto, continuaron firmes la actividad de los bancos, la masiva presencia de vecinos en cajero automáticos y las concurrencias a los supermercados. Otro punto de aglomeración seguían siendo las casas de cobranza, así como se vio mucho público en las paradas de micros y en la casa central del Correo en donde se procedía al pago del IFE.

Se ha promovido desde el Gobierno la conveniencia de un retorno gradual a la normalización de todas las actividades, que deberá estar subordinado a las cifras de contagio de la pandemia que, en el caso de la Argentina, como se sabe y afortunadamente, hasta la fecha han sido muy bajas. Sobre todo si se las compara con las que se registran en otros países.

El Gobierno nacional aludió recientemente a una cuarentena administrada, que permitirá la apertura de muchas actividades, pero siempre bajo la vigencia de protocolos sanitarios que deberían irse cumpliendo y que impidan convertirlas en focos de peligro para la sociedad. Uno de los puntos neurálgicos de esa estrategia, dijeron, es la que obliga a organizar una nueva logística para el transporte público. La idea oficial, según se insistió, pasa por buscar puntos de equilibrio que impidan que la vuelta a la normalidad pueda mal traducirse en un desastre para la salud de la población.

Lo cierto es que una vez más surge un verdadero dilema, que el gobierno y la sociedad deben enfrentar y resolver en estos días. Los datos médicos sobre los resultados de la cuarentena obligatoria en la Argentina parecieron, hasta la fecha, resultar satisfactorios, en el sentido de que esa restricción pudo haberle dado un respiro al sistema de salud.

En el otro extremo, la prolongación del aislamiento origina enormes quebrantos y penurias a la población -así como a la economía general- que no parecieran posibles de extenderse mucho más tiempo. Los reclamos desde distintos sectores a favor de una apertura de la actividad económica se hacen sentir con fuerza.

Los responsables de las medidas sanitarias coinciden en señalar que resultará prioritario que, en los días venideros, no crezca el número de contagiados a un nivel mayor al que se vino presentando desde que se aplicaron las medidas restrictivas. Sin embargo, no pueden dejar de tenerse en cuenta los datos de la realidad, que vienen hablando de una sociedad que reclama volver a sus puestos de producción y trabajo. La falta de ingresos constituye una realidad demasiado pesada para la gente, que no podría prolongarse indefinidamente.

Habrá que ver cómo -a través de la madurez y responsabilidad de todos los sectores sociales e institucionales- se logra superar esta muy ardua encrucijada.

 

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