Pancho Varallo, un verdadero grande entre los grandes

Es el único futbolista platense de la historia que integra el selecto “Paseo de los Campeones” ubicado en Montecarlo

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Por WALTER EPÍSCOPO

wepiscopo@eldia.com

Qué no se ha dicho o escrito sobre Francisco Antonio Varallo a lo largo de su carrera deportiva y sus 100 años de vida. “Pancho” o “Cañoncito”, físicamente se fue el 30 de agosto de 2010, luego de haber llegado a su centenario el 5 de febrero de ese año. Mito. Leyenda. Se puede decir mucho sobre Varallo, que tras ser futbolista y entrenador, supo ser un vecino más alrededor de la actual Plaza Perón (ex Brandsen) de 25 y 60, donde durante años vivió y tuvo una Agencia de Lotería, con la humildad de los grandes.

Se le rindieron todos los honores en vida. En Gimnasia por haber integrado el equipo campeónde 1929. En Boca donde dio tres vueltas olímpicas y fue su goleador histórico durante décadas y con un promedio de gol inigualable. Ganó dos Copas América con la Selección Argentina. Y en 2010 fue homenajeado por ser el último sobreviviente del primer Mundial de Fútbol, jugado en Uruguay en 1930. Tanto AFA como FIFA también supieron distinguir a Pancho. Pero siempre quedan cosas por contar y descubrir sobre el subcampeón del mundo con la albiceleste en aquella primera contienda ecuménica.

En Montecarlo hay un lugar muy especial donde se honra al fútbol mundial y sus leyendas denominado “Paseo de los Campeones”. Un lugar muy atractivo para el turismo situado junto al mar, que consiste en un largo camino de huellas de pies descalzos acompañado de una estrella y nombres, del estilo que hay con las estrellas de Hollywood, pero en este caso integrado por los más grandes futbolistas de la historia a nivel mundial. Para quienes habitan en Mónaco, simplemente es el “Champions Promenade”, donde no cualquier estrella de la pelota puede estar.

Leyendas del fútbol figuran en sus baldosas como Maradona, Pelé, Di Stéfano, Gianni Rivera, Platini, Zidane; las manos de arqueros como Dino Zoff y Pfaff; los pies de Cantoná, Baggio, Müller, Zico, Antognini y Beckenbauer; más acá en el tiempo se ven a Ibrahimovic, Iniesta, Roberto Carlos, Ronaldo, Figo, Totti, Del Piero, Ronaldinho, Shevchenko y... Sí, en el medio de todos ellos, Varallo, el único platense de la historia que llegó a estar en ese sitio entre los grandes a nivel mundial. Además de estar por ejemplo otros futbolistas nacidos en nuestra tierra como Trezeguet (de grande nacionalizado francés), Kempes, Osvaldo Ardiles y el Pupi Zanetti, están las figuras de los pies en dicho Paseo de “Pancho” con una gran estrella debajo, baldosa que fue puesta el 16 de mayo de 2010. Es decir, a tres meses de haber cumplido 100 años recibiría el “Golden Foot Award” (Premio Pie de Oro); lamentablemente, poco más de tres meses después, fallecería.

Se cumple una década exacta del ingreso de Pancho al exclusivo Paseo de Montecarlo

 

UNA GRAN EMOCIÓN

Abelardo Prado tiene 78 años, su padre que también se llamó Abelardo, jugó en Gimnasia en la época amateur, “fue entre los años 1923 y 1925”, recuerda hoy, y agrega, “él lo conocía a Varallo. Es más, mi Viejo se opuso a la profesionalización y cuando eso sucedió, se borró de socio del club con mi Madre”.

Prado hace silencio y repasa recuerdos. “En el año 2017 fui a conocer Europa, iba caminando con mi señora por la rambla de Montecarlo y empiezo a ver las huellas de los pies de los mejores futbolistas del mundo. Estaba Maradona, Pelé, había algunos jugadores argentinos más, pero de repente veo la baldosa de Pancho y me largué a llorar. Fue una gran emoción y llegué a la conclusión que es el único platense inmortalizado allí donde están los mejores jugadores de fútbol de toda la historia”, dice.

Don Pancho fue campeón con Gimnasia y finalista del primer mundial. Una leyenda

 

Enseguida aflora una anécdota con Varallo en primera persona. “Tuve la suerte de conocerlo. Una vez lo vi. Yo iba a trabajar en tren a Buenos Aires, iba con mi viejo. Bajamos en Plaza Constitución y de repente mi Padre grita, ´¡Pancho!´, y este contesta ´¡Hachita!´, y ahí supe el sobrenombre futbolero de mi Viejo”, recuerda con una sonrisa, y agrega, “parado delante de la baldosa con el nombre de Francisco Antonio Varallo en Montecarlo y recordar aquel encuentro, me emocionó. Tal vez se me juntó todo, que aquel viaje en tren donde conocí a Pancho había sido la última vez que viajé con mi Padre a Buenos Aires porque al tiempo él falleció, y entonces el encuentro con Pancho lo recordé para siempre”.

El gran Pancho Varallo, de La Plata al mundo, para toda la eternidad.

 

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