Alberto Fernández, ante la necesidad de un arbitraje y con la cancha embarrada

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Por MARIANO SPEZZAPRIA

@mnspezzapria

Después de una semana complicado, Alberto Fernández comenzó anoche a jugar como una suerte de mediador entre Axel Kicillof y Horacio Rodríguez Larreta. El Presidente citó en Olivos al gobernador bonaerense y al alcalde porteño al cabo de una semana de tensión entre los distritos del AMBA, la región del país más afectada por el coronavirus. La inédita colaboración que había logrado construir el mandatario se enturbió a tal punto que lo obligó a ensayar un arbitraje dificultoso, en una cancha embarrada por la disputa político-partidaria.

La convivencia entre dos fuerzas políticas tan disímiles, el kirchnerismo y el PRO, fue justamente uno de los aciertos del Presidente a la hora de afrontar la pandemia. De hecho, su imagen creció en las encuestas a caballo de sus reiteradas encuentros con Kicillof y Larreta en la quinta de Olivos –el de ayer fue el cuarto desde que comenzó la cuarentena-, en la búsqueda de ponerse por encima de la grieta política que tanto daño le hizo al país en los últimos años.

Pero no es una tarea sencilla para Alberto F. porque el kirchnerismo está ahí para recordarle que la mayoría de los votos con los que llegó a la Casa Rosada los aportó Cristina Kirchner. Las críticas que partieron desde Kicillof y varios de sus ministros hacia la gestión de Larreta en la Capital –ancladas en el descontrol epidemiológico en la villa 31 de Retiro- fueron interpretadas también como un tiro por elevación al propio Presidente, una forma de marcarle la cancha.

La punta de lanza de esa avanzada estuvo en el discurso de Máximo Kirchner en la Cámara de Diputados, quien le ofreció a Larreta apoyo para “bancar la presión” de los sectores que le reclaman una apertura de la actividad económica en la ciudad de Buenos Aires. La ironía política del jefe de La Cámpora se tradujo en fuertes declaraciones del ministro de Salud bonaerense, Daniel Gollán y de su segundo Nicolás Kreplak. Circuló incluso en las redes un mapa de CABA, caracterizado como un foco de contagio.

“El kirchnerismo le recuerda a Alberto de quiénes son los votos”

 

Según pudo saber EL DIA, en Olivos no cayeron nada bien los cuestionamientos de esos funcionarios. Incluso, no faltó quien recordara que Gollán tuvo responsabilidad en el diseño del Plan Cunita, en la segunda presidencia de Cristina, que fue objetado por la Justicia. Otros funcionarios pidieron, por lo bajo, que le sacaran el Twitter al ministro de Salud de Kicillof. El Gobernador intentó acercar posiciones cuando intuyó que el enojo partía del Presidente.

De hecho, Alberto F. tardó varias horas en aceptar la invitación del mandatario bonaerense al acto de reapertura de la planta de Volkswagen en General Pacheco, Tigre. Aunque tras ese reencuentro envió al jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, a una amplia reunión en la Gobernación de la que trascendieron duros cuestionamientos de Máximo Kirchner a la administración porteña. Y a la que no asistió Sergio Massa, que estaba invitado.

No fue el único gesto de diferenciación dentro del oficialismo: tres intendentes peronistas del oeste del Conurbano, Juan Zabaleta (Hurlingham), Alberto Descalzo (Ituzaingó) y Fernando Moreira (San Martín), firmaron un documento conjunto con el larretista Diego Valenzuela (Tres de Febrero) y el vidalista Jaime Méndez (San Miguel) para pedirle al Gobernador que habilite la apertura de comercios de cercanía en sus distritos, al igual que lo había hecho la Capital.

La participación en ese documento de los intendentes peronistas que siguen la línea presidencial fue una señal que en el entorno de Larreta interpretaron como que la intencionalidad política llevaba el sello del kirchnerismo. Claro que Alberto F. se ve impelido al equilibrio permanente: ayer recibió a Máximo Kirchner y a Carlos Heller para ratificar su aval al proyecto de ambos para crear un impuesto a las “grandes fortunas” (ver aparte).

En el oficialismo son conscientes de que la cuarentena –que se extenderá hasta el 7 de junio- tiene graves efectos sobre la economía. También saben que la emisión monetaria del Banco Central para cubrir los gastos extraordinarios que provoca la pandemia no puede extenderse sin peligro de fogonear una hiperinflación. Por ende, el Gobierno busca la manera de dotarse de recursos y el kirchnerismo, a su vez, de satisfacer a un electorado que reclama ese tipo de medidas.

En lo inmediato, la emergencia sigue siendo sanitaria porque la curva epidemiológica crece día tras día. Kicillof y su Gabinete están muy preocupados por evitar aglomeraciones en el transporte público –que fluye desde el Conurbano hacia la Capital-, que podría aumentar por la apertura de comercios porteños. Larreta y Santilli deslizan, en tanto, que en las villas bonaerenses no se está testeando el COVID-19 de la misma forma que en la 31 de Retiro o la 1-11-14 del Bajo Flores.

“La dupla gobernante en CABA no se subió al ring con el kirchnerismo”

 

Pero la dupla gobernante de CABA no se subió al ring con el kirchnerismo y anoche volvió a actuar en sintonía con la estrategia colaborativa del Presidente. Este jueves, el Gobierno porteño analizará un corte estadístico de 10 días para precisar el impacto de la reapertura de comercios y de la salida recreativa de niños y padres el último fin de semana. Al tiempo que Kicillof pedirá a los intendentes un esfuerzo más en los controles de circulación al interior de los distritos.

Antes de la definición presidencial sobre la continuidad de la cuarentena, que se comunicaría mañana, ya quedó claro que el AMBA seguirá en la misma fase de aislamiento. Y que la mayor preocupación se centra en las villas porteñas y en las del primer cordón del Conurbano.

 

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