Urge un acuerdo para el después de la pandemia viral y económica

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Francisco Gliemmo

Presidente Honorario Unión Industrial Gran La Plata

Como dice un refrán popular “No hay mal que dure 100 años” y la esperanza y expectativa que tenemos es que su fin llegue lo más pronto posible, ahora bien, lo lógico y sensato sería que mientras este drama viral llegue a su fin, nos preparemos en la económica, analizando, diagramando, proyectando y consensuando medidas para contar con las mejores herramientas e instrumentos tendientes a iniciar una reversión del complejo y preocupante cuadro de situación socio-económico que estamos atravesando. Pero la realidad que observamos dista mucho de ello, ya que, no encontramos en nuestros gobernantes anuncios de planes inmediatos y menos acciones que prioricen programas, propuestas o iniciativas concretas que generen un grado mínimo de confianza o factibilidad en una salida que neutralice la preocupación, angustia y desesperanza del momento.

A raíz de ello, los trabajadores y las fuentes de trabajo de miles de Pymes, sumados a diferentes profesiones, monotributistas, trabajo informal, etc., que representan a la mayoría de los puestos de trabajo que desaparecerán, adicionado a las ya enormes y conocidas desigualdades sociales y de ingresos, que se sumara a la precariedad ya existente y que acarreará un inmenso crecimiento en pobreza e indigencia, obligará con urgencia y prioridad a convocar a un gran acuerdo nacional, integrado por las fuerzas laborales, empresarias, representaciones políticas y sociales, para encontrar compromisos y fijar verdaderas políticas de Estado, como camino de lograr consensos para comenzar con los enormes cambios estructurales que resultan imprescindibles y sin demora ejecutar y sin el cual, en el actual contexto, sería muy difícil concretar.

En tal sentido, para que ello se viabilice y se termine con los permanentes relatos que conducen al descreimiento, decadencia y frustración y a una pobreza estructural, como dice la ONU, asociada a la falta de conocimiento y éste a la ignorancia de la clase política que se refleja en la actual crisis, inédita por su magnitud económica y social y como producto de décadas de promesas de planes y medidas inconsistentes e incumplidas, debe tenerse en cuenta que sin ese logro, el acuerdo al que hacíamos referencia obliga a disponer medidas en carácter de urgente.

Entre ellas se enumera: el combate a la inflación, la disminución del déficit fiscal, la instalación de reglas que fijen bases sólidas y sostenibles en el tiempo e independientes de los gobiernos de turnos, o sea seguridad jurídica. También se debe encarar, una reforma tributaria diseñada para que privilegie la producción y no la especulación, el incentivo a una calidad de educación, que es la base de una sociedad más justa, con cambio cultural, que promueva que a través del esfuerzo, permita alcanzar la equidad y la igualdad de posibilidades.

El sentido común indica que se debe subsidiar al empleo y no al desempleo. Se debe avanzar sobre la reestructuración de un estado burocrático sobredimensionado, incompetente e insostenible. Se imponen cambios de calidad institucional de fondo, como limitación de reelección de mandatos en todo cargo elegible, la designación por concursos de antecedentes y oposición a los diferentes cargos de organismos públicos de control y entes descentralizados, entre otras medidas, todas condiciones “sine qua non” para la orientación de la inversión a un sistema productivo de valor agregado, que genere trabajo de calidad y bien remunerado y sea el comienzo del crecimiento para aspirar al desarrollo, sin estas condiciones resultará una misión imposible.

En consecuencia, deberíamos tener en cuenta que, por lo descripto precedentemente, como toda crisis y sobre toda ésta de una profundidad inesperada, con inteligencia y esfuerzos, podrá transformarse en una verdadera oportunidad, siempre y cuando, creemos, estemos decididos a llevar adelante esos cambios con desprendimiento de todo tipo de intereses, con responsabilidad y sobre todo si tenemos como sociedad las convicciones firmes de lograrlo.

“El sentido común indica que se debe subsidiar al empleo y no al desempleo. Se debe avanzar sobre una reestructuración del Estado burocrático”

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