Inquietante nivel de contagios por COVID-19 en el personal de salud

Edición Impresa

La muerte por coronavirus del médico terapista Miguel Ángel Duré, jefe en ejercicio de terapia intensiva en un hospital público de Chaco, causó una profunda conmoción en el país y, a la vez, reactualizó las polémicas existentes por las condiciones de trabajo en que se desenvuelve el personal de salud, al no contar con suficientes elementos de protección adecuados, según se ha denunciado desde distintos sectores médicos.

Se conoce que cada dos horas se contagia un profesional de la salud, en la provincia de Buenos Aires. Hay cerca de mil contagiados en los planteles de salud del territorio bonaerense y, según se detalló recientemente desde el Ministerio de Salud, en la ciudad de La Plata cerca del 40 por ciento de las personas contagiadas de coronavirus pertenece al sistema de salud. Esto es absolutamente inaceptable. Frente a la pandemia no pueden ignorarse las falencias del equipamiento básico e indispensable de los hospitales, dada las características del COVID-19 de ser altamente contagioso. Por eso la adopción de precauciones no debe incluir solamente a quienes atienden a los afectados sino a todo el personal que en ello se desempeña. Porque al ingreso de cualquier paciente por alguna otra dolencia, podría tratarse de una persona asintomática pero portadora del virus.

En el caso del médico chaqueño, las fuentes indicaron que se contagió mientras desarrollaba su tarea en el hospital Perrando de Resistencia. Estaba internado desde hacía más de veinte días, luego de haber contraído COVID-19 en su trabajo. Se informó que su cuadro era sumamente delicado a partir de una “insuficiencia respiratoria grave con falla renal”, lo que lo obligaba a hacerse diálisis. No obstante ello, sus compañeros médicos aseguraban que, además, en el nosocomio no se contaba con los elementos de protección adecuados, en una situación que, en todo caso, deberá dilucidarse.

Tal como se ha dicho ya en esta columna, fueron multicausales las razones que se invocaron y se siguen invocando desde las órbitas médicas de la Argentina, para cuestionar aspectos que hacen al funcionamiento del sistema de salud durante la pandemia. 
Desde la ropa inadecuada que se le brinda al personal médico, hasta los múltiples empleos que estos deben mantener a raíz de los bajos sueldos vigentes, lo que los obliga a prestar servicios en dos o más centros de salud diariamente.

Proteger al personal de salud, vale aclararlo, no es sólo obligación del Estado, sino de la sociedad toda, que debe comprometerse con la tarea de ayudar a quienes son los primeros en poner el cuerpo en tan complicada situación sanitaria. 

Se menciona, asimismo, la existencia de lugares inadecuados para el descanso del personal sanitario en los hospitales;  falta de insumos de bioseguridad para una protección eficaz y también supuestas persecuciones administrativas o acusaciones por mala praxis que derivaron en causas judiciales contra ellos, que se sumaron a los motivos invocados por los profesionales de salud que, incluso, hicieron públicas sus protestas en marchas y protestas realizadas en distintas ciudades del país. 

Lo que se reclamó siempre, en síntesis, fueron mejores condiciones laborales para enfrentar a la pandemia que, día a día, sigue su avance en la Argentina.

Existe, ciertamente, una realidad muy elocuente, frente a la cual no cabe más que alarmarse y tratar de revertirla: la Argentina se encuentra entre los países con mayor tasa de médicos contagiados de coronavirus. 

El altísimo porcentaje de casos de contagio de los planteles sanitarios que se registra en los hospitales de La Plata conforma, por si hiciera falta remarcarlo, una alarmante referencia.

Frente a este tipo de realidades tan inquietantes, corresponde preguntarse qué es lo que puede ocurrir si quienes deben enfrentar la pandemia en las trincheras denuncian estar discriminados o no encontrarse abastecidos con los equipos imprescindibles que demanda el tratamiento de la pandemia.

Cabe entonces reiterar otros interrogantes, tales como con qué recursos humanos solventes podría librarse entonces la batalla que falta todavía dar contra el virus.  ¿Cómo es posible que, a estas alturas del desarrollo de la pandemia, el personal sanitario siga señalando que hacen falta más y más eficaces elementos de protección?  Las autoridades sanitarias debieran ocuparse de investigar y, llegado el caso, resolver en forma inmediata sobre estas graves cuestiones.

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE