“Un estate italiana”, melodía de un recuerdo imborrable

Pasan los años y sigue siendo elegida como la mejor canción de la historia de los mundiales. Detalles de la nostalgia hecha himno

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Por FERNANDO ALEGRE

falegre@eldia.com

Difícilmente exista una canción más arraigada a un momento deportivo en la historia argentina. Seguramente no haya disparador alguno que resulte más eficaz para conectar con Italia de manera más veloz que aquella melodía seguida por su primer verso: “Forse non sarà una canzone”.

Pese a esto, lo sorprendente, más allá de todos sus efectos nostálgicos, es que “Un estate italiana”, canción que cumplió 30 años al igual que la cita ecuménica que no tuvo la culminación ideal por el papel de villano que decidió crearse el uruguayo nacionalizado mexicano Edgardo Codesal, no fue concebida tal cual se conoció.

Desde el momento mismo en el cual se le propuso a Giorgio Moroder, ganador de tres premios Oscars y autor de la música de “Expreso de medianoche”, “Flashdance” y “Top Gun” encargarse de la pieza, el primer boceto avanzó mucho. Para su creación, el compositor recurrió a un viejo conocido, el letrista estadounidense Tom Whitlock, co equiper en otros tantos trabajos, y entre ambos nació “To Be Number One” (“Para ser el número uno”), canción que iba a ser la del Mundial, y que incluso se grabó en 1989 por el grupo “Giorgio Moroder Project”.

Sin embargo, el mencionado Moroder detectó un detalle que no lo convencía porque no reflejaba el espíritu que quería imprimirle al tema, eso mismo que terminaría siendo sustancial para su futuro éxito. Y es que aquella primera pieza, que luego tuvo hasta video musical, estaba cantada en inglés, algo muy lejano al escenario de la máxima cita ecuménica.

Frente a esto y pensando en el arraigo como motor, Moroder convocó a Gianna Nannini y Edoardo Bennato, ambos músicos populares en la escena del rock italiano. La primera, además, hermana de Alessandro Nannini, destacado piloto de Fórmula 1 que se desempeñó en las escuderías Minardi y Benetton entre el ´86 y el ´90. Todo esto le generó un quiebre en su relación con Whitlock, pero le aseguró, sin saberlo aún, ser recordado para siempre como el creador del máximo himno en la historia de los mundiales.

Nannini y Bennato, con su perfecto italiano y la potencia y sentimiento en cada estrofa, generaron que la canción fuero un éxito rotundo en todo el mundo, pero más aún en una Argentina que la recuerda (y lo hará por siempre), como un canto a la épica.

Aquel Mundial, que no se coronó con el título por una “injusticia divina”, le regaló al país, sin embargo, y para toda la vida, el himno a la nostalgia.

NINGUNA IGUAL

Tras el rotundo éxito musical de “Un estate italiana”, las competiciones posteriores buscaron un impacto similar, pero ninguna logró siquiera acercarse a la obra de Moroder.

“Gloryland”, de Daryl Hall en Estados Unidos 1994, lejos estuvo de su predecesora. Quizás Ricky Martin, con “La Copa de la Vida”, en Francia 1998, fue la más cercana. De hecho, la pieza del cantante puertorriqueño fue otra de las pocas, tras la de Nannini y Bennato, que no se grabó en otro idioma, más allá del inglés, para eventos deportivos oficiales.

Tras las mismas llegaron “Boom”, de Anastacia, para Corea-Japón 2002; “The Time of Our Lives”, cantada por Il Divo junto a Toni Braxton, para Alemania 2006; y las más recientes: “Waka Waka”, de Shakira (Sudáfrica 2010); “We are one”, de Pitbull (Brasil 2014) y “Live It Up”, de Nicky Jam, Will Smith y Era Istrefi, para el fallido Rusia 2018.

LA VERSIÓN LOCAL

Como otros grandes éxitos a nivel musical, “Un estate italiana” tuvo varias reversiones y covers en distintos puntos del planeta. Tal es así, que cuenta con uno platense, creado por la banda Indie local “Valentín y Los Volcanes”, surgida en 2009.

Al respecto, José Goyeneche (guitarra y voz), explicó los motivos que lo llevaron a reversionar el tema.

“Es una canción que tiene una implicancia tremenda y muy profunda en nuestras generaciones”, comenzó argumentando quien comparte escenario con Facundo Baigorri (batería y voz), Nicolás Kosinski (guitarra), Francisco de la Canal (bajo) y Pablo Perazzo (teclados). “Fue la banda sonora de un momento muy especial para mucha gente. Apareció esa canción para abrir el Mundial y nos tocó esa fibra un poco genética que tenemos muchos argentinos descendientes de italianos”, sostuvo. “Tiene la épica del camino del héroe”, agregó.

Por último, compartió las razones de lo que aún hoy es un éxito. “Perduró en el tiempo por varias razones: es un temazo, algo que no volvió a pasar en los siguientes mundiales. Formó parte de una épica futbolística nacional. Al principio nos gustaba, pero en Cuartos de Final empezaba a escucharse de otro modo, era como el aroma de la posibilidad del triunfo deportivo”, concluyó.

 

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