"Que me deporten, que hagan lo que quieran, pero tengo volver a La Plata"

El drama de Antonio Herrera en Bolivia parece no tener fin. El mes pasado él mismo daba cuenta de sus problemas para poder regresar, junto a su familia, a la ciudad de La Plata. Ayer sumó un nuevo capítulo, el más problemático y angustiante de todos: le consiguieron cuatro pasajes y, cuando estaba por subirse al avión junto a su esposa e hijo, no lo dejaron porque no tenía sus papeles en regla.

"El club en donde jugaba nunca me hizo la visa laboral y entonces en migraciones me quisieron cobrar una multa de casi 7 mil dólares. Imaginate que no tengo ni para comer, menos voy a tener ese dinero para pagar", relató desde Bolivia este joven que hizo las divisiones inferiores en Estudiantes, hasta llegar a Reserva.

"Nuestras valijas estaban despachadas. Fue antes de subir al avión. Nadie nos pudo ayudar y no hubo instancia de diálogo: pagaba o me quedaba", siguió.

Su situación es muy compleja. Al no tener no visa de trabajo su estadía en Bolivia fue ilegal. "Fue un error del club y mío también. Me hago cargo, pero siempre creí que estaba todo en regla porque otros compañeros que están jugando en Chile y en este país no necesitaron hacerlo, sino que presentaron sus recibos de sueldo en el aeropuerto".

"Estoy desesperado. Tuve que salir a la calle a hablar porque mi esposa e hijos lloran todo el día. No podemos más. No tenemos más dinero para seguir acá. Que nos deporten, que hagan lo que quieran, pero necesitamos volver a la La Plata. Por favor, que alguien nos ayude", pidió en un video que hizo circular por las redes sociales.

De inmediato explicó que ser deportado le traería un montón de problemas legales en Argentina y que incluso hasta podría perder todo lo que tiene en Bolivia: ropa y productos personales. "Pero te digo la verdad, ya no me importa demasiado".

Herrera llegó en enero de 2019 a Bolivia, para sumarse a Cochabamba FC. No tiene representante ni abogado cerca. Firmó un papel y empezó a jugar. Lo hizo de buena manera, el club salió campeón de la ligar local y cuando parecía que su futuro podía enderezarse, llegó la pandemia. Le avisaron que no le iban a renovar contrato (pese a que todavía lo están ayudando económicamente y le dan un departamento)  y desde entonces no supo cómo regresar a la Argentina.

Un grupo vinculado a Orando por las naciones le consiguió los pasajes. Fue la única solución que encontró luego de intentar, sin suerte, en el consulado argentino en Cochabamba. "Fui mil veces, pero desde que comenzó la pandemia está cerrado. Llamé por teléfono y mandé mail. Llené un formulario pero nunca nadie me dio alguna solución".

El vuelo que había conseguido por este grupo era de repatriados que postergó su salida para el jueves pasado. Finalmente le sucedió lo mencionado. "Los pasajes quedaron abiertos, por eso sólo necesito una ayuda de Cancillería para que nos dejen regresar", explica y cuenta otro problema que se avecina: "el nuevo vuelo de repatriados es el 2 de septiembre, no podemos esperar".

SUS AÑOS EN ESTUDIANTES

Contó que la suya es de una familia de muy bajos recursos. De chico limpiaba zanjas y jugaba a la pelota en Defensores de Santa Ana. En uno de esos encuentros le preguntaron si quería probarse en Estudiantes. Con 12 años aceptó y la vida parecía darle la caricia más importante en su vida futbolística. 

"Viví en la Pensión porque mis padres no me podían mantener. Entonces en el club decidieron que lo mejor era estar ahí pese a ser de La Plata. Viví 8 años pero lamentablemente no pude firmar primer contrato. Por suerte pude jugar unos minutos en Reserva y jugar en unos entrenamientos en Primera con la Bruja (Verón), el Chapu Braña y la Gata Fernández", recordó desde Bolivia.

En su categoría Herrera compartió plantel con Joaquín Correa, Jonathan Silva, Federico Anselmo y Gabriel Seijas, entre otros. "Tenemos contacto y guardo el mejor de los recuerdos".

 En diciembre de 2015 quedó libre de Estudiantes. Estuvo seis meses para encontrar club pero no pudo. "Nunca tuve un buen representante". Cansado de perder el tiempo decidió jugar en Ringuelet, club de la Liga Amateur Platense. Allí se enteró que iba a ser papá por primera vez y mientras jugaba tenía que ganarse los pesos haciendo changas. "Ascendimos y me surgió la posibilidad de pasar a Bragado, que estaba en el Federal B", recordó.

"Tuve un torneo muy bueno. Nos salvamos del descenso y salimos campeones de la liga local. Allí nos enteramos que mi señora estaba otra vez embarazada y regresamos a La Plata: volví a jugar en Ringuelet", continuó el futbolista. 

Después lo engañaron: tuvo que firmar con un club del Federal B con la promesa de pasar luego a Colegiales. "Fue toda una mentira y perdí otro año como jugador de fútbol. Tuve que ser ayudante de electricista con un familiar".

En 2018 le llegó la posibilidad de viajar a Bolivia. Estuvo en algunos clubes de la Tercera División hasta que le llegó la chance de Cochabamba FC. "Hice un buen contrato y me dieron un departamento para que viniese toda mi familia".

El primer problema lo tuvo con el derrocamiento de Evo Morales. El segundo el coronavirus, que interrumpió el torneo y todos los jugadores que no son bolivianos se quedaron sin trabajo. Desde entonces comenzó su calvario. Hoy está pidiendo ayuda a gritos.

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