El vínculo virtual

Edición Impresa

Sol Oliva

Prof. de Francés y Filosofía

 

No es menor el hecho de que la herramienta con la que se accede a la clase sirva también a la comunicación y al ocio. El multitasking y la instantaneidad se cuelan en el aula y reformulan sus tiempos: los minutos antes destinados a instalarse y a los impuntuales pasan a ser minutos de actividad; si el tiempo que requería la escritura en el pizarrón antes era tolerado, las impacientes expresiones faciales me sugieren que no es igual con su equivalente virtual, el tipeo, aun cuando es más veloz que la tiza o el fibrón.

Sin embargo, cuando el vínculo virtual se aceitó, me lancé a jugar con la novedad y ver qué plus sacar. Con este espíritu es que una amiga originaria de Comores (pequeñas islas del África Oriental donde el francés es lengua oficial dado su pasado colonial) aceptó intervenir en mis clases y compartirnos su cultura y su vínculo con la lengua. Ello fue posible gracias a una virtualidad que hoy me permite tener estudiantes radicados en el extranjero. De hecho, estoy trabajando más que antes. Incluso personas mayores que habían decidido suspender los encuentros por no haber nunca manejado una computadora o un celular, al ver que la cuarentena se extendía, con ayuda de familiares, retomaron.

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