Un delito recurrente, que aumenta en vísperas del finde

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“Es un delito recurrente, lo vemos siempre, sobre todo los fines de semana”, cuenta el fiscal platense Marcelo Romero que en su experiencia con este tipo de causas reconoce que rara vez se trata de cocaína lo que intentan ingresar y que la mayoría prueba con marihuana o pastillas.

Se trata de psicofármacos, somníferos y a veces analgésicos de alto poder en algún caso opiáceos que se venden solo contra receta y que aparecen en sus manos de las formas más insólitas. “A una persona a la que le robaron en su casa le revisaron al botiquín y le llevaron las pastillas para dormir que tenía por prescipción médica”, fue el ejemplo en ese sentido que aportó otra fuente.

Pero más allá del marco curioso que se muestra cada vez que queda en evidencia el “ingenio” de las personas que buscan llevarle drogas a sus parientes detenidos, el tema tiene otro costado más serio sobre el que el fiscal Romero advierte: “ la violencia que esto genera intramuros”. Es que la droga, sobre todo las pastillas dentro del penal se convierten en una moneda de cambio y de poder.

Romero considera otro dato a tener en cuenta: “Antes existían las requisas íntimas, tanto para hombres y mujeres con las previsiones del caso. Y aunque suene de mal gusto decirlo en esas requisas muchas veces se encontraba que algunas mujeres llevaban la droga escondida en los apósitos femeninos. Este tipo de revisiones ya no existen más desde que organismos de Derechos Humanos consideraron que era una violación a los derechos de las personas y la Justicia tomó en cuenta ese reclamo por lo que ya no hay requisa íntima. Si hoy un hombre o una mujer quiere esconder drogas en sus partes íntimas puede hacerlo”, concluye.

La personas sorprendida en una maniobra de estas no va presa. Se la demora preventivamente para ponerla a disposición de las autoridades judiciales y recupera su libertad, salvo que tenga otras condenas.

 

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