La bulimia se podría relacionar con anomalías en algunas áreas cerebrales

Edición Impresa

La bulimia y otros comportamientos impulsivos asociados a los Trastornos de la Conducta Alimentaria se podrían relacionar con anomalías en algunas áreas cerebrales, según un estudio del Hospital Clínico San Carlos de Madrid. Este hallazgo permitirá adaptar los tratamientos y ayudará a eliminar el estigma de una enfermedad de la que los pacientes no son culpables

¿Existen alteraciones en algún área cerebral en pacientes con TCA? Es la pregunta a la que buscaba dar respuesta el estudio que ha dirigido la doctora Marina Díaz Marsá jefa de la Unidad de TCA del Hospital Clínico San Carlos (Madrid), presidenta de la Sociedad de Psiquiatría de Madrid y profesora en la Universidad Complutense.

En concreto, se estudió el núcleo estriado, el responsable de modular la expresión de numerosos neurotransmisores que está implicado en la motivación, en la toma de decisiones, en la focalización de la atención y en el aprendizaje asociado a una recompensa.

Se concluyó que los pacientes con conductas bulímicas e impulsivas tienen un menor volumen de núcleo estriado, específicamente del putamen, una de las estructuras que lo componen. Algo que no ocurriría, sin embargo, en las personas que padecen anorexia nerviosa restrictiva.

“Dentro de los Trastornos de la Conducta Alimentaria hay diferentes perfiles; uno más restrictivo u obsesivo (anorexia nerviosa) y otro caracterizado por las conductas de atracón y, en ocasiones, también purgas o consumo de laxantes. Este segundo perfil más impulsivo e inestable es el que parece que tiene más alteraciones a nivel cerebral”, destaca la doctora Díaz Marsá en declaraciones a EFESalud.

Esta alteración, además, sería mayor en aquellas pacientes bulímicas con experiencias traumáticas tempranas, como explica la jefa de la Unidad de TCA del Hospital Clínico San Carlos.

“Si naces con una predisposición y tienes además una experiencia traumática, el sumatorio de tu propia vulnerabilidad biológica y lo que has vivido va a hacer que esa alteración se exprese, desarrollándose el trastorno”, matiza la doctora.

Estos factores ambientales o epigenéticos pueden ser desde un antecedente traumático, hasta haber vivido una situación de acoso escolar, tener escasas herramientas de relación interpersonal o una situación familiar conflictiva.

CUERPO PROTAGONISTA

Todo esto “en una sociedad en la que el cuerpo ha adquirido un protagonismo esencial y funciona como tarjeta de presentación. A veces uno dirige su malestar al tema corporal pensando que el éxito físico le va a dar éxito en la vida, y esto no es así”, advierte la doctora Díaz Marsá.

Este hallazgo, que pone de manifiesto la alteración de algunas funciones que dependen de esta área, permitirá poner en marcha un tratamiento específico dirigido a las dificultades funcionales que presentan los pacientes con un TCA de perfil compulsivo.

Además, la especialista asegura que esto contribuirá, de alguna manera, a desestigmatizar estas enfermedades y a disminuir la culpa de los pacientes que las sufren, que se sienten responsables de no poder controlar su conducta.

“Si tienes una disfunción, una parte biológicamente alterada, no todo depende de ti. Tienes que ponerte igual en disposición de cambiar y mejorar, pero te reconforta saber que no es tu culpa”, concluye.

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE