“En terapia el mayor miedo es que el colapso llegue por escasez del recurso humano”
Edición Impresa | 6 de Septiembre de 2020 | 03:34

En terapias intensivas y servicios de emergencias ubican en las últimas dos semanas el peor momento de la pandemia en La Plata. Acusan el cansancio y la tensión de una situación de altísimo estrés que arrastran desde marzo, con el comienzo de la pandemia. y les preocupa que el tan temido colapso del sistema llegue por falta de personal.
Luciano Milanesio, médico de terapia intensiva del Hospital San Martín cuenta que, desde que la pandemia empezó, la tensión es creciente y destaca la complejidad que supone la atención de pacientes con COVID-19, además del alto número de ingresos que hace que esta situación no pueda compararse con ninguna que antes se hayan vivido en las terapias.
“El equipo de salud lo está dando todo para sostener esta situación. La pregunta es hasta cuándo se puede resistir este nivel de exigencia. Llevamos seis meses en un escenario que se agrava día a día y se profundizan las dificultades. El mayor temor es que estemos en la antesala del colapso. Y que ese colapso llegue por la falta del recurso humano suficiente”, dice Milanesio y agrega que “cuando hablamos de recurso humanos no nos referimos solamente a los médicos, sino también a enfermeros, técnicos, a todo el equipo de salud”.
Otro de los elementos que gravitan en una situación como la actual es la incertidumbre.
“Hoy la demanda día a día aumenta a la par del desgaste y el cansancio y es difícil afrontar eso cuando no se tienen certezas sobre cuánto tiempo se puede prolongar esta situación. Creo que es importante que la gente tome conciencia de lo que estamos viviendo en los hospitales. Y que en base a eso se cuide más, cumpla con el distanciamiento y las medidas de prevención. Si no se toman medidas los casos no van a bajar. No sé si se puede volver a fases previas, pero no creo que sea el momento de abrir nuevas actividades”.
La crisis no sólo alcanza a las unidades de terapia intensiva. Otro de los ámbitos donde se la vive frente a frente desde la primera línea, es el de los servicios de emergencias.
Guillermo Mauro es médico, integra el servicio de emergencias del hospital San Martín y dice que ese servicio ya trabaja como una suerte de auxiliar de la terapia intensiva, “con pacientes con COVID-19 que permanecen ventilados en nuestros shock rooms esperando su traslado a la terapia de nuestro hospital o a las de otros hospitales”.
“Hemos llegado a tener hasta cinco días a pacientes intubados en esos ámbitos”, dice Mauro, quien agrega que esto suele suceder porque trasladar a un paciente COVID-19 a otro hospital no es nada fácil.
“Primero hay que encontrar el hospital adecuado, que disponga de camas y lo pueda recibir. Pero también el paciente tiene que estar lo suficientemente estable como para poder ser trasladado”, indica el médico.
“Otra de las particularidades que tiene en este momento el servicio de emergencias frente a las terapias es que no tiene un límite a la atención. La terapia puede decir, ´hasta acá llego, no tengo más camas´. Nosotros tenemos que atender a todos los que llegan o conseguir la derivación. Además, está claro que no atendemos solo a pacientes con coronavirus. Y que a medida que se van abriendo nuevas actividades tenemos más demanda, que se suma a la pandemia, de parte de traumatizados, pacientes con urgencias cardiológicas, accidentes cerebrovasculares u otras patologías”.
Según destaca Mauro, la capacidad del servicio de emergencias es para mantener a la vez a 11 pacientes ventilados y la demanda está en permanente aumento.
“Uno de nuestros grandes temores es que en un momento tengamos que atender a pacientes con otras patologías en los pasillos, por falta de espacio. Ya ha pasado cuando fue la pandemia de la Gripe A y en los últimos días en algún caso aislado”, indicó.
El profesional cuenta que otro motivo de preocupación permanente es contagiarse o contagiar.
“Los protocolos hicieron que trabajemos de una forma que nunca nos hubiéramos imaginado. Ya no compartimos nada entre compañeros para evitar el contacto y el equipo de seguridad se emplea permanentemente. En mi servicio se han contagiado compañeros que tuvieron cuadros leves. Pero en cada caso, cuando te enterás, te corre un frío por el cuerpo. El miedo siempre está”.
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