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Información General |EL IMPACTO DE LA PANDEMIA EN TERAPIAS Y SALAS DE GUARDIA

Crece la presión sobre el personal de salud, que teme verse desbordado

Intensivistas y médicos de emergencias hablan de servicios en los que las actividades se duplican y del aumento de las guardias para cubrir al personal aislado. Agotamiento, incertidumbre y miedo al contagio

Crece la presión sobre el personal de salud, que teme verse desbordado

Las terapias, en la primera línea de lucha contra la COVID-19 / Télam

Omar Giménez
ogimenez@eldia.com

6 de Septiembre de 2020 | 03:40
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Con un cerrado y emotivo aplauso, los compañeros de trabajo de Antonio Gil Yovera, licenciado en enfermería del servicio de Emergencias del Hospital de Niños Sor María Ludovica, víctima fatal del coronavirus, lo despidieron el último lunes en la puerta del nosocomio. Gil Yovera se desempeñaba en la primera línea en la lucha contra la COVID-19 y, después de contagiarse, pasó más de un mes internado hasta el fatal desenlace. Apenas un día antes, frente al Obelisco, los compañeros de trabajo de Juan Lobel (47) un médico del servicio de emergencia del SAME porteño que falleció por coronavirus tras dos meses de internación, lo homenajeaban con aplausos y el sonido de las sirenas de sus ambulancias.

Estos dos casos, que representan la cara más extrema y dolorosa de la lucha que a diario libra el personal de salud en la primera línea contra el coronavirus, ocurrieron en la misma semana en que desde las terapias intensivas del país sonó una advertencia alarmante acerca de las fuertes presiones que imprime la pandemia en el trabajo de los médicos de esas áreas y se sugirió que se podría estar perdiendo la batalla contra la enfermedad.

Así lo hizo la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva a través de una carta abierta en la que advirtió que el sistema de salud está cerca de la saturación y subrayó que el factor más crítico es el recurso humano.

“A diferencia de las camas y los respiradores, los trabajadores de terapia intensiva no pueden multiplicarse. Ya éramos pocos antes de la pandemia y hoy nos encontramos al límite de nuestras fuerzas, raleados por la enfermedad, exhaustos por el trabajo continuo e intenso, atendiendo cada vez más pacientes. Estas cuestiones deterioran la calidad de atención que habitualmente brindamos”, explicaron los intensivistas a través de una solicitada en la que subrayaron la situación crítica que atraviesa el personal sanitario.

A la situación de las terapias intensivas se suma la de los servicios de emergencias, otro de los puntos clave en la lucha contra la COVID-19. En momentos en que los contagios en el país no paran de crecer y rondan los 10.000 diarios, hay algunos de estos servicios que se convirtieron en virtuales terapias auxiliares, en cuyos shock-rooms permanecen internados pacientes con coronavirus hasta que consigue trasladarlos a alguna terapia.

En la presente nota, intensivistas y médicos de emergencias consultados por este diario describen en detalle la dramática realidad que se vive por estos días en los servicios donde se desempeñan.

Hay en sus testimonios conceptos que se repiten: sobrecarga de trabajo, guardias en las que las tareas se multiplican con relación a los momentos considerados “normales” e incertidumbre acerca de cuánto tiempo más pueden soportar este nivel de exigencia.

Y sobrevolándolo todo, el temor a contagiarse y a contagiar, cuando en la Provincia alrededor del 6% del total de contagiados es personal de salud y el número de fallecidos supera los 60.

En este marco, hay otra idea que aparece una y otra vez en el discurso de los médicos consultados: les alarma el divorcio entre esa realidad que viven a diario y la actitud de una parte de la sociedad que no termina de adoptar las medidas de prevención. Y piden a la comunidad un mayor esfuerzo para evitar que el virus siga circulando.

“SOBRECARGA DE TRABAJO INÉDITA”

El último viernes la ocupación de la terapia intensiva del hospital San Martín era del 82%. Había bajado, ya que, pocos días antes alcanzó el 90%, según dice Elisa Estenssoro, jefa del servicio y miembro del Consejo Ejecutivo de la Federación Mundial de Sociedades de Terapia Intensiva, en el marco de una dinámica que se modifica día a día.

La intensivista destaca un contrastante: mientras todos los terapistas ven multiplicadas sus tareas debido a la complejidad que supone tratar a los pacientes con COVID-19 y a la necesidad de incrementar el número de guardias para cubrir a los profesionales que se contagian o entran en aislamiento por ser contacto estrecho de algún contagiado, hay tres cargos de terapistas en el hospital que están sin cubrir.

Esto sucede, porque históricamente la terapia intensiva ha sido una de las llamadas especialidades críticas -aquellas en las que faltan profesionales, directamente porque la mayoría de los médicos no las eligen- , una realidad que se agrava en la actual coyuntura.

“El sistema provincial se preparó para la pandemia: se multiplicaron las camas, se consiguieron insumos, se incorporaron enfermeros y médicos. Pero el problema con los intensivistas no es tan fácil de resolver. Porque no hay”, dice Estenssoro.

Algunas de las razones por las que la especialidad no se elige son que “está mal remunerada” y “es muy sacrificada”, ya en circunstancias normales. Así, un médico intensivista gana entre 40.000 y 50.000 mensuales, según le indicaron a este diario especialistas consultados y la única modalidad en la que se ejerce es la guardia.

Dada esta situación, los médicos de terapia viven en la actualidad días de “altísimo estrés”, con un agotamiento físico y psicológico que se acentúa a medida que se extiende la pandemia.

“La sobrecarga de trabajo es inédita. Para entender el modo en que se multiplican las tareas con el COVID-19 hay que tener en cuenta que no sólo se trata del incremento del número de ingresos (una situación muy rara en las terapias en épocas normales), porque están entrando pacientes uno tras otro. También hay que considerar que la enfermedad exige un tratamiento muy complejo en el que hay que estar permanentemente siguiendo los signos vitales del paciente y atendiendo a sus necesidades, que son muchas. Pero además, hay una operación distintiva de ese tratamiento que es la pronación: consiste en dar vuelta al paciente, ponerlo boca abajo para que mejore su ventilación respiratoria y volverlo posteriormente a su posición original. Cada una de estas operaciones demanda entre cuatro y seis personas, dependiendo el peso del paciente y significa un importante esfuerzo físico. Y no se hace una sola vez por guardia, sino que con la cantidad de pacientes que tenemos se puede llegar a hacer 20 veces en un día.

Frente a esta situación, el agotamiento se suma al estrés por el uso permanente del equipo de seguridad.

“Y al enojo”, agrega Estenssoro, “ante la doble realidad que representa el sacrificio personal del personal de salud frente a esa parte de la sociedad que niega la pandemia y en pleno pico de los contagios sigue sin respetar las normas, sin usar barbijo, sin guardar la distancia social”.

La situación del personal de salud frente a la pandemia motivó que ayer los rectores de todas las universidades públicas, agrupados en el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN) emitieron una declaración de apoyo a los trabajadores de la salud en la que destacaron que “no podemos permitir que se sientan solos, agobiados, y agotados”.

Fue durante el 84 plenario que se realizó en forma virtual, en el que los rectores aseguraron que a los trabajadores de la salud “tenemos que expresarles nuestro reconocimiento, acompañamiento y solidaridad, no solo en ese aplauso que diariamente merecen sino también a través de comportamientos sociales adecuados”.

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Las terapias, en la primera línea de lucha contra la COVID-19 / Télam

Elisa Estenssoro (Jefa de Terapia Intensiva, Hospital San Martín).- “En las terapias, los profesionales exhaustos y estresados suman a esas sensaciones el enojo frente a una parte de la sociedad que niega la pandemia y no adopta las medidas de prevención”

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