Mía: peritos complican a la madre y al padrastro

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La sexta jornada del juicio oral y público por el homicidio de Mía Aguirre, la niña de 3 años que murió, el 24 de septiembre de 2014, al parecer, luego de sufrir varios meses de maltrato infantil, que incluyeron violaciones en una casa de Berisso, se desarrolló ayer con la declaración de una médica traumatóloga, un genetista y dos psicólogas de la asesoría pericial de Tribunales, que comprometieron, aún más, la situación procesal de los dos acusados: la madre de la niña, Cecilia Cabrera, y su pareja, Sergio Argañaraz, padrastro de la nena asesinada. Las peritos de Tribunales explicaron que la acusada si bien es “borderline puede disociar entre lo bueno y lo malo, lo conveniente y lo inconveniente”.

También dijeron que la mujer lloró y se mostró angustiada, pero más por su situación de encierro que por la muerte de Mía. Y descartaron que la imputada haya sido víctima de violencia de género.

Sobre el acusado, las peritos explicaron que se trata de una personalidad “narcisista, psicópata”, que “intentó simular, aparentando ser muy religioso y presentándose a las entrevistas portando un Rosario”, demostrando que es “un manipulador”, con “carácter agresivo”. También declaró un médico genetista quien confirmó la hipótesis de la violación, al revelar que se hallaron en los hisopados practicados a la víctima rastros de PSA, que es una sustancia que proviene exclusivamente de la próstata.

En tanto, la traumatóloga ratificó cada una de las lesiones que tenía la menor, compatibles con maltrato infantil.

En la jornada del lunes, una vecina dio detalles sobre los maltratos que sufría Mía, quien, dijo, “andaba siempre sucia y mendigando por el barrio porque no le daban ni de comer” y recordó un episodio en la parada del colectivo, cerca de su casa. Contó que el padrastro, ahora acusado, “le daba la cabeza de la niña contra un caño, mientras Cabrera miraba y no hacía nada ante el bestial ataque, al contrario, la tomaba con sus brazos y la sentaba con fuerza en el banco del refugio”.

Ese día declaró también un forense de Policía, quien en consonancia con los demás médicos aseguró que jamás iba a olvidar este caso, al confirmar que la niña fue golpeada y que tenía lesiones de vieja data que denotaban maltrato infantil.

 

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