Antártida verde: el calentamiento global está cambiando el sur de la Tierra

Por el aumento de la temperatura del planeta, el continente antártico pierde su característico blanco en algunas zonas. Esto, lejos de ser sólo un fenómeno visual, trae consecuencias significativas para el ecosistema del mundo

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Si uno piensa en la Antártida lo primero que visualiza son miles de kilómetros de nieve y hielo, lo que lo convierte en un continente completamente blanco. Sin embargo, en los últimos días se viene dando un fenómeno propio de una película de ciencia ficción o de cine catástrofe: por el aumento de la temperatura del planeta, algunas regiones del territorio antártico se están tiñendo de verde debido al crecimiento de vegetación.

Concretamente, el fenómeno que más preocupa a los científicos es el creciente florecimiento de algas microscópicas sobre el mismísimo hielo. Si bien las algas que crecen en la zona son diminutas, cuando florecen en masa transforman la zona en un verde brillante que, según lo demuestran las propias imágenes satelitales del lugar, hasta puede verse desde el espacio.

Según científicos de la Universidad de Cambridge y del British Antartic Survey, la razón para el esparcimiento de esta especie es el aumento de la temperatura de las aguas de la región, el cual permite que plantas y animales características de otras regiones menos frías migren hacia la Antártida. Si las tendencias climáticas se mantienen, cada vez habrá más áreas libre de hielo en las costas del continente, lo que facilitará la llegada y el asentamiento de algas, musgos y distintos animales.

Para Enrique Isla, investigador del Instituto de Ciencias del Mar del CSIC, el cambio más preocupante de todos los que se están viendo en la región es el de la pérdida de hielo. “Esto acelera el calentamiento global. Al haber menos nieve que refleje la radiación solar, el planeta se calentará más y más rápido y, en consecuencia, ocurrirá toda una cadena de efectos negativos para el clima y los ecosistemas actuales”.

Y las algas son las principales causantes de este fenómeno debido a su color intenso y oscuro. Al contrario de lo que genera la nieve, que refleja los rayos del sol de nuevo hacia el espacio, las áreas que se vuelven más oscuras absorben un grado mayor de energía y generan un aumento de la temperatura. Esto calienta la superficie y causa el derretimiento del hielo.

La región de la Antártida más afectada por esta situación es la península y las costas del continente, pero el continente en su conjunto está sufriendo las consecuencias del aumento de temperaturas a nivel global: según un estudio, en enero de 2020 la Antártida Oriental experimentó su primera ola de calor, llegando a tener temperaturas de casi 7 grados por encima de la media.

La razón para que ante el alza de las temperaturas aumente la población de algas en la región es que el agua del suelo se vuelve líquida. Como dice Matthew Davey, investigador en Ciencias Vegetales de Cambridge y líder del estudio del British Antartic Survey y de la Universidad de Cambridge que midió la presencia de algas en la nieve Antártida, mientras el agua se mantiene congelada no permite a las células de las algas alimentarse y desarrollarse, mientras que si se derrite y se mezcla con la tierra resulta ideal para que estos organismos adquieran los nutrientes necesarios para florecer.

Además, el equipo que trabajó con Davey descubrió también que la distribución de algas verdes en la nieve tiene mucho que ver con las aves marinas y los mamíferos de la zona, cuyo excremento funciona como fertilizante natural para las algas y acelera su crecimiento. Encontraron que más del 60% de la flora se encontraba dentro de un radio de 5 kilómetros de una colonia de pingüinos y que estas crecían cerca de los lugares donde otras aves hacían su nido y de las áreas donde hay focas.

Thomas Roland, profesor de geografía física en la Universidad de Exeter y uno de los autores de una investigación sobre el tema, declaró que lo que más le preocupa de esta situación es la posible formación de suelos en la zona, lo que podría facilitar que se establezcan y se desarrollen especies no nativas y/o invasoras. “A medida que el tráfico peatonal asociado con el ecoturismo y la investigación científica continúen aumentando a lo largo de la península antártica, lo harán también las oportunidades para que se introduzcan este tipo de plantas y animales”, aseguró.

A través de los datos recogidos durante dos años por el satélite Sentinel 2 de la Agencia Espacial Europea, los investigadores crearon así el primer mapa a gran escala de las algas microscópicas que desde hace décadas crecen en la costa de la Península Antártica. Y no sólo eso: también advirtieron que la vida vegetal seguirá extendiéndose por este continente a medida que las temperaturas globales continúen elevándose.

Las algas de la nieve son un componente clave de la Antártida para capturar el dióxido de carbono de la atmósfera a través de la fotosíntesis. Estas floraciones de algas verdes se encuentran alrededor de la costa antártica, particularmente en las islas a lo largo de la costa occidental de la Península Antártica. Estas son zonas “cálidas” en las que la temperatura media está justo por encima de los cero grados centígrados durante el verano.

 

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