Un emblema de la F1

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Por EDUARDO TUCCI

deportes@eldia.com

Frank Williams, asociado a la velocidad, a los grandes espectáculos y a la particular escenografía de la Fórmula 1, se transformó en leyenda a partir de haber construido, desde muy abajo, una potencia dentro de la categoría más poderosa del automovilismo mundial. Sir Frank, que terminó asistiendo a la debacle histórica de su equipo, había cumplido 50 años como jefe de la escudería con la que ganó siete títulos de pilotos y nueve campeonatos de constructores con 114 victorias y 302 podios. Una historia muy particular dentro del rutilante escenario que depara la F1.

Ya desde su incursión en la “máxima” Williams marcó tendencia en lo comercial buscando incluso alternativas en mercados no convencionales del automovilismo. Los autos blancos de los primeros tiempos llevaban publicidades de sponsors árabes con presencia en los laterales de Baroon Bin Laden, empresa del padre de Osama Bin Laden. Esos apoyos encarados por Williams -entre muchos otros-, resultaron clave para darle forma competitiva al equipo que hace 40 años lograba su primera victoria de la mano del suizo Clay Regazzoni, en Silverstone.

El team Williams llegó a ser imbatible y tuvo a los mejores pilotos en aquella época. Frank -que compitió en la Fórmula 2 y Fórmula 3-, fue uno de los precursores del súper profesionalismo en la F1 y las principales figuras de cada época querían manejar sus autos. Nuestro Carlos Reutemann fue uno de los convocados en un listado que integraron los ex campeones Keke Rosberg, Nelson Piquet, Nigel Mansel, Alan Prost, Damon Hill y Jacques Villeneuve.

A todos estos nombres gloriosos se agrega la confiabilidad técnica de cada uno de los modelos que puso en pista la escudería. Varios de esos autos fueron referencia. Como por ejemplo el FW 14 B de 1992 con la revolucionaria suspensión activa que permitía el control de cada rueda y mayor adherencia al piso. Fueron tiempos de la sociedad que Williams impulsó con Renault para la provisión de motores. Alan Prost y Ayrton Senna, ni más ni menos, eligieron correr para el equipo británico lo que le permitió al francés plasmar su cuarto cetro y al brasileño obtener el máximo halago en 1994.

Supo también cómo enfrentar la adversidad. Frank Williams sufrió una lesión en la médula espinal en un accidente automovilístico en 1986 que le impidió caminar pero nunca lo alejó de su lugar preferido: los boxes del gran circo de la velocidad. Tuvo, a la fuerza, que reducir su carga de trabajo en 2012 que fue cuando se retiró de la junta deportiva de su empresa. Su hija Claire asumió como representante de a familia, más tarde fue nombrada subdirectora del equipo aunque Sir Frank se quedó con el título de director del equipo, su lugar preferido.

El team británico marcó a los aficionados argentinos porque, al inicio de la década del 80, cobijó a Carlos Alberto Reutemann. El final de esa relación no fue de las mejores. Quedó para la historia el día que durante el GP brasileño Lole no hizo caso al cartel que desde el box de Williams le mostraron ordenándole que lo dejara pasar a Alan Jones, el “preferido” de Williams para quedarse con el título en 1981. El de Santa Fe ganó la carrera y quedó a tiro del campeonato pero en la carrera decisiva -en Las Vegas- no tuvo un óptimo medio mecánico y perdió el título por un punto. El campeón fue el brasileño Nelson Piquet con un Brabham.

La historia no tuvo un final feliz. El equipo perdió presencia y llegó a ocupar el último lugar entre las diez escuderías intervinientes, producto de los interminables problemas económicos y de organización. Frank estuvo alejado de las carreras, le dejó la conducción a su hija y el emblemático team de la Fórmula 1 pasó de la gloria a la decadencia. Igual, Williams siempre trató de mantener la cercanía con la categoría de la que fue amo y señor durante mucho tiempo. Se fue, ni más ni menos, que el director de equipo con más años de servicio.

 

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