Una familia devastada y el deseo de irse del país
Edición Impresa | 9 de Noviembre de 2021 | 03:06

La familia de Roberto Sabo (45), el comerciante asesinado a balazos en un drugstore de Ramos Mejía, está destruida. No hay palabras para expresar las sensaciones que atraviesan a cada uno de sus integrantes. Los más grandes, con durísimas críticas a los gobernantes de turno, y los más chicos, con ganas de dejar el país y empezar otra vida de cero. Claro que en ambos casos, el común denominador es el dolor, la angustia y el espanto, ante la ola de inseguridad, que en ese distrito de La Matanza golpea más fuerte que nunca.
Pedro Sabo, el padre del kiosquero acribillado a tiros, disparó sin tapujos: “Nunca pensé que me iba a pasar esto. Me arruinaron la familia. Nunca más puedo vivir tranquilo. Quiero agradecer a Alberto y a Cristina, que largan a los chorros, a todos los asesinos, a los matones, a matar gente buena a la calle. Gracias Alberto y gracias Cristina. Y gracias Guillermo Moreno”.
“Les quiero decir la frase de Susana Giménez: ‘Al que mata hay que matarlo, pena de muerte a los delincuentes’”, agregó el hombre, visiblemente perturbado y completó: “(A los detenidos) los tienen guardados acá en la comisaría de Ramos, porque los están cuidando para que la gente no les haga nada, manga de...”.
Cuando los micrófonos apuntaron a Tomás, uno de los hijos de la víctima, el joven habló sin vueltas: “Me quiero ir del país”.
“Mi viejo trabajaba de domingo a domingo. Se levantaba a las 7 de la mañana y estaba todo el día en su negocio. Siempre le gustó su trabajo. El kiosco era su vida y vino un hijo de p... y nos arruinó la vida a todos. Desde que tengo uso de razón acá no hay seguridad. Todo el tiempo pasan cosas. Toda la vida le tuve miedo a la muerte y me sacaron a mi papá. Se quejan de que los pibes se van del país, pero tampoco hacen nada para que se queden. Yo me quiero ir del país: no me dan nada acá. Tengo más futuro en cualquier otro lado”, agregó entre lágrimas.
Su hermano Nicolás también enfrentó a la prensa y su relato fue igual de conmovedor: “Uno está preparado para perder a sus abuelos o perder a sus padres de grande, pero perder a tu viejo a los 48 años, porque vino un hijo de put... y lo mató a balazos es inconcebible”, aseguró.
El joven contó que trabajaba junto a su padre en el negocio y que ahora le da “miedo” hacerlo sin su compañía.
“Además de ser mi papá, era mi compañero de trabajo, mi amigo, mi jefe, era todo”, finalizó.
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