Fiestas veganas

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A la hora de elegir el menú para las reuniones de fin de año, un clásico que se viene dando en los últimos años es el de la convivencia entre carnívoros y vegetarianos o veganos. En principio, habría que señalar que el vegetarianismo es la tendencia más antigua y probablemente la más extendida de estas variantes, y consiste en una práctica alimentaria basada en el consumo de vegetales y nada de carne ni pescado, aunque dentro de este régimen alimenticio hay variantes en función de los alimentos que completen la dieta.

La platense María Sol Zapata, arquitecta y vecina de Tolosa primero y ahora de Arturo Seguí, es dentro de esas variantes estrictamente vegana, aunque el resto de su familia es “tradicional normativa”, como ella denomina a quienes consumen carne y otros alimentos de origen animal.

Y fue en una fecha de reunión familiar de fin de año, el 31 de diciembre de 2012, cuando decidió que esa sería la última vez en su vida que consumiría carne.

“Mi familia es de origen italiano– cuenta– y en mi casa nunca faltaban los domingos las pastas con estofado, porque en definitiva la comida es algo cultural. Pero aquel 31 de diciembre era un asado que se estaba haciendo en el quincho, y me dije que esa sería la última vez, que nunca más volvería a comer carne de ningún tipo, y decidí hacerme vegetariana. Me llevó unos cuantos años más dar el paso definitivo, ya que seguía consumiendo leche, miel, huevos y algo de pescado, hasta que sentí que ya no lo necesitaba, ya que al final la explotación animal en esos productos era la misma que yo rechazaba. Y me hice vegana”.

En la actualidad, María Sol ya no consume nada que tenga origen animal, y estas fiestas la tendrán como anfitriona.

“Hoy en día hay para hacer de todo –refiere– recetas de queso de maní, ropa sintética, cervezas artesanales, helados de fruta y agua, zapatillas, cosméticos, de todo. Y para el 24 seremos unas 12 personas y yo voy a hacer todo vegano, aunque como hacemos a la canasta, cada uno puede llevar lo que quiera. Pero a todos les gusta lo que hago, sanguchitos de miga con distintos rellenos, jamón vegano con pasta de arroz; aporto proteínas de

plantas como legumbres y cereales, y unas hamburguesas a la parrilla que son riquísimas y que más de un carnívoro ni se da cuenta que son veganas”.

Otro caso similar es el de Paula Jacinto (32), una traductora de inglés platense que dejó de comer carne cuando tenía 29, un poco por gusto y otro tanto por la contradicción que sentía de “defender a los animales y después comerlos”.

“Mi mamá y mi papá siguen consumiendo carne como siempre y lo acepto -cuenta - y mi hermano Juan Manuel, de 27, hace poco se hizo vegetariano. Yo soy vegana estricta sin molestar a nadie, y tampoco me molesta lo que comen los demás, solo hago lo que me hace sentir bien. Porque no es solo la carne, yo no consumo queso, manteca, leche, helado, huevos, o sea nada que tenga que ver con la explotación animal”.

“Para estas Fiestas, como mi hermano se mudó a la Costa, lo vamos a pasar allá –describe Paula-. Mi mamá se adapta sin problemas, y mi papá, que es el que mas nos lleva la contra, se comprará un matambre de pollo, como hace siempre. Por lo demás, verduras a la parrilla, pan dulce vegano, y a otra cosa. En todas las familias que conozco donde hay veganos pasa lo mismo, se respeta y cada uno come lo que quiera. Porque después de todo, estas fiestas son justamente para eso, para respetarse y para pasarlo junto a la familia y en paz”.

 

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