En brutal asalto, golpean a dos nenes, a su mamá y su abuela
Edición Impresa | 13 de Febrero de 2021 | 03:28

El cordón hortícola de la Región nuevamente se convirtió en epicentro de la inseguridad a raíz del robo que sufrió una familia de quinteros, en el que volvió a aparecer en escena un modus operandi ya conocido en la zona: un ataque sorpresa de un grupo armado que actúa con una violencia inusitada para someter y bloquear a las víctimas.
Al igual que sucedió a fines de enero, cuando al menos tres familias vecinas de un sector de Etcheverry fueron asaltadas de forma concatenada y con minutos de diferencia, una mujer, su nuera y sus nietos sufrieron por estas horas un atraco que fue perpetrado por cinco individuos que, además de insultar, gritar y amenazar, terminaron ejerciendo violencia física contra los cuatro.
Todo sucedió entre las 20.30 y las 21 del jueves en una finca ubicada en la intersección de las calles 208 y 53, cuando la familia se disponía a cenar. Según sostuvo una de las víctimas a este diario, fueron sometidos a toda clase de tormentos por delincuentes que, a cara descubierta, exigían que les “entregara la plata”.
“‘No sé de qué plata me hablás’, dije una y otra vez. Desde que empezó la pandemia que venimos sobreviviendo con lo que tenemos. Mi marido falleció hace poco y mis hijos han tenido que hacerse cargo de todo para poder traer el pan a casa. No sé qué información les habrán dado porque nosotros no tenemos ni un peso. Vivimos el día a día y lo que tenemos lo hemos ganado con mucho esfuerzo”, señaló Marcela, la víctima del atraco.
Sobre el episodio, indicó que “estábamos por sentarnos a cenar con mi nuera cuando vimos entrar en la cocina a estos hombres”.
“Me gritaron, me insultaron. Pensé que me iban a matar. Sólo les pedí que no lastimaran a mis nietos”
Marcela
Víctima del robo
“Ni siquiera tuvimos tiempo de escondernos o de llevar a los chicos a otra habitación. Nos dijeron que nos quedáramos todos quietos porque nos iban a matar. Yo les ofrecí las llaves de mi camioneta para que se fueran de inmediato, pero no la quisieron. Ellos venían por plata”, dijo. Las continuas negativas de la dueña de casa al pedido de los malvivientes terminaron en una escalada de tensión y violencia que condujo a la dueña de casa a creer que su vida acabaría allí.
“Me gritaron, me insultaron. Me empujaron y cachetearon. Yo pensé que me iban a matar. Lo único que les pedía era que no le hicieran nada a mis nietos. Hace poco, en un robo, violaron a una nena y llegué a temer lo peor”, contó.
Para ese entonces, la violencia con la que actuaban, el aspecto de los sujetos y la forma intempestiva con la que habían irrumpido terminaron por conformar una aterradora imagen para los dos niños de la casa, (de 2 y 4 años), que, asustados por la terrible situación, comenzaron a llorar.
“Mi nuera intentó callarlos, no pudo y le pegaron a ella y a los dos chicos”, rememoró con tristeza Marcela. A contramano de lo que los ladrones creían que podían conseguir con los golpes, las cachetadas sólo generaron que los niños lloraran y gritaran con más fuerza.
Aquellas expresiones de sufrimiento fueron advertidas por un vecino de la zona que decidió llamar al 911 para dar cuenta de que estaba aconteciendo una situación por demás sospechosa en la casa de 208 y 53.
Alrededor de las 21 arribó al lugar un patrullero y fue en ese momento que tuvo lugar el momento más álgido de la noche. Los ladrones, que llegaron a toparse cara a cara con los uniformados, abrieron fuego contra los policías que respondieron de la misma forma.
“Nos tiramos al piso y escuchamos como cinco disparos. Los ladrones terminaron saltando el muro de mi casa y escaparon por los sembradíos. Los buscaron por los invernaderos pero no los pudieron agarrar”, apuntó la damnificada. En la misma línea sostuvo que “en la zona estamos cansados de que nos roben. Duele que a uno lo maltraten y le peguen. Nosotros no robamos nada a nadie, todo lo ganamos con nuestro esfuerzo. Necesitamos que nos cuiden, somos trabajadores. Y si bien somos extranjeros, no somos un perro para que nos golpeen y nos maten así nomás”.
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