Recuperar el entretejido social: el reto de jerarquizar el rol de los clubes
Edición Impresa | 19 de Mayo de 2021 | 04:08

Marcelo Galland *
La propuesta es poner especial énfasis en la relación entre clubes y Estado, y en este sentido la cuestión es clara: los primeros no sustituyen al segundo. Cuando el Estado se corre, se achica y deja de tener presencia cuando se imponen las ideas neoliberales, queda un vació en el entramado social, que ocupan las organizaciones de la sociedad civil. Los clubes toman esos espacios de contención, de construcción colectiva, de esparcimiento, pero no pueden reemplazar a una política pública. No reemplazan al Estado. El desafío consiste en redoblar esfuerzos para que la labor desarrollada por los clubes complemente la que se realiza desde el Estado.
Los clubes desarrollan una tarea cotidiana clave en pos de un fin común, que no es más que el desarrollo de una sinergia entre lo individual y lo colectivo, que contribuya a la construcción de sociedades más justas y pacíficas. En definitiva, más habitables. Trabajando sobre convivencia y la tolerancia y poniendo a la empatía y la solidaridad como motores de dichas transformaciones.
“El ser humano necesita la vida en comunidad, esa vida te la dan los clubes”, nos decía Julio Velasco en una de sus últimas visitas a nuestra ciudad en la que tuve el honor de hacer de anfitrión. Y es así, ya que, a través del proceso de socialización, los individuos desarrollan las habilidades necesarias para su integración a la vida en comunidad, generando patrones de conducta y adaptación al entorno organizado. En ese proceso, los clubes ejercen un rol fundamental para las personas y para la vida social, en la formación y contención de los individuos para su desarrollo en sociedad.
El creciente individualismo, que se presenta frío y voraz, basado en una concepción meritocrática de que considera que el éxito personal se da como resultado del “mérito” y la falta de éxito asociada a la falta de esfuerzo, sin tener en cuenta los contextos, las condiciones sociales y culturales. El actual contexto de pandemia, deja expuesta más que nunca la evidencia de que nadie se salva solo, necesitamos del otro para poder desarrollarnos, para generar condiciones de equidad. Solo en una Nación que se realice, se realizan sus integrantes.
Es así que el deporte es un gran potencial transformador para las personas: desde su aspecto formativo, se vuelve una oportunidad educativa para la transmisión y el fortalecimiento de valores. Para realzar el nosotros por delante del yo, es fundamental un proceso de mayor reconocimiento hacia el rol que cumplen los clubes; tornándose imperante, entonces, poner el tema “en agenda”.
Por ello, toma vital importancia la necesidad de contar con herramientas que sirvan para fortalecer y ampliar la enorme tarea social y formativa que desarrollan éstos en las comunidades en las que se encuentran insertas. Estado y clubes, el primero fortaleciendo a los segundos.
En este sentido, es necesario resaltar la necesidad de avanzar sobre la Reglamentación de la Ley Nacional 27.098 –la que, sancionada allá por diciembre de 2014, instituye el Régimen de Promoción de los Clubes de Barrio y de Pueblo- que tiene como objetivo fortalecer el rol comunitario y social de los clubes. Dicha falta no hace posible su aplicación de manera concreta y real.
En la Provincia de Buenos Aires encontramos la Ley 15.192 “Ley de Asociaciones Civiles” y su Decreto Reglamentario 1.022, por el cual se otorga la declaración de interés público provincial a las Asociaciones Civiles; entre ellas, los clubes de barrio. Régimen este que brinda un marco legal vigente propicio para comenzar a saldar esta histórica deuda.
Se presenta así una oportunidad para -con un Estado presente y eficiente, que llegue verdaderamente a cada barrio –lograr robustecer, potenciar y multiplicar el rol social de los clubes; generando para cientos de miles de personas que transitan a diario en ellos, entornos sanos y con perspectiva de futuro en los cuales sociabilizar y desarrollarse como personas. Todo esto allí, aquí, en un lugar que nos aloja desde un profundo sentido de pertenencia: “nuestra segunda casa”.
* Abogado. Presidente del Club Universitario La Plata
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