Generar nuevos amigos

Edición Impresa

La platense Guadalupe Reboredo se define como “una lectora asidua desde que tengo memoria”, y cuenta que “las librerías siempre fueron para mí un oasis, por lo que abrir una se me presentaba como un sueño desde hacía varios años. La idea fue tomando fuerza y cuando empecé a averiguar, asesorada por muchas manos, decidí embalarme. La pandemia nos demostró, de la peor manera, que todo puede pasar, y en ese mismo sentido abrió posibilidades, nos hizo salir de la caja”.

“A pesar de las numerosas y catastróficas predicciones sobre el fin del papel -sostiene Guadalupe - la industria física de la lectura está más viva que nunca. Queda clara la relevancia del libro como medio más allá de que el mensaje pueda ser transmitido por un aparato electrónico, pero en tiempos de tanta pantalla, reafirma su encanto apoyar la cabeza en la almohada en compañía del libro en papel, y si se logra apagar el celular, mucho mejor. ¿Cuántas veces hemos escuchado “yo leo en verano”? Una enfermedad como la provocada por esta pandemia, que acecha en cada rincón, no se parece a las ansiadas vacaciones, pero las restricciones nos han hecho volver sobre nosotros mismos, tener tiempo, esa palabra intangible que de golpe nos sorprendió”.

Guadalupe describe que “a diferencia de las grandes cadenas de librerías que asiduamente albergan a decenas de lectores y cuentan con varios empleados, las librerías pequeñas se adaptaron con más velocidad a las restricciones horarias y de capacidad, y la atención personalizada, muchas veces a mano de sus propios dueños, hizo la diferencia en las redes y también en los modos de envío. El vínculo con los clientes de siempre se consolidó aún más, funcionando como paliativo frente a la soledad del aislamiento, a la vez que una fuerte presencia en redes sirvió también para generar nuevos amigos. A mí me entusiasman mucho estos proyectos, y creo que es algo que se transmite a quienes, como yo, aman la lectura”.

 

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