La comida y las emociones
Edición Impresa | 27 de Junio de 2021 | 04:16

“La nutrición y el cerebro – explica la nutricionista Agustina Murcho - están sumamente relacionados, y hay que saber por qué uno come. El ser humano no come solo por hambre o para nutrirse, sino que también comemos por placer y por emociones y, muchas veces, hay causas neuroquímicas que desregulan el apetito, la saciedad y las emociones. Por lo tanto, no hay que centrarse “solo en lo nutritivo”, porque si nos restringimos, por ejemplo, de un helado, que claramente no lo comemos para nutrirnos, terminaremos descontrolándonos. Por eso se necesitan buenos hábitos alimentarios que también incorporen el placer”.
En este marco, y con respecto a las dietas restrictivas, la especialista señala que “son la puerta para desarrollar un trastorno alimentario para quienes son vulnerables. No son sostenibles en el tiempo, no hay placer, no se toma en cuenta la vida social ni las emociones y generan una desregulación de lo que es el circuito de hambre y saciedad, además de desregular el sistema de recompensa. Todo nos parecerá más placentero y vendrá el descontrol alimentario. Es importante entender que de todo eso hay evidencia que lo comprueba”.
Por otra parte, en lo que hace a los trastornos de conducta alimentaria (TCA), Murcho apunta que “son alteraciones de la conducta alimentaria pero que se liga a lo emocional y también a lo neurobiológico. La causa no es “querer ser flaca” o “tener atracones por gusto”, en el fondo hay cuestiones psicológicas a resolver como autoestima, traumas, cuestiones familiares, etc. Y además, la sociedad ayuda a que se desarrollen”.
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