Empezó el juicio por corrupción en el Vaticano

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Diez acusados, entre ellos el cardenal italiano Angelo Becciu, muy poderoso en el pasado, empezaron a ser juzgados ayer en una gran sala de los Mudeos Vaticanos, en un caso de presunta malversación de fondos de la Santa Sede por unos 300 millones de euros, incluyendo innumerables donaciones de católicos en las iglesias.

Uno de los acusados es Becciu, un veterano diplomático a quien el papa Francisco designó cardenal en 2018. Tras una serie de escándalos que salieron a la luz durante dos años de investigaciones, el año pasado Francisco cesó a Becciu como jefe de la oficina de canonización. Sin esperar el veredicto del tribunal, Francisco ha despojado a Becciu de sus derechos como cardenal.

Hace menos de tres meses hubiera sido imposible juzgar a un cardenal dentro de la ciudad-Estado del Vaticano, que tiene su propio sistema judicial e incluso una cárcel. Pero Francisco enmendó una ley vaticana para que los cardenales y obispos puedan ser juzgados por el tribunal criminal de la Santa Sede si el pontífice lo aprueba. Anteriormente los cardenales en el Vaticano solo podían ser juzgados por un tribunal de sus pares.

MALVERSACIÓN

Becciu, de 73 años, está acusado de malversación y de presionar a un sacerdote para que se retracte de la información que brindó a los fiscales acerca del manejo desastroso de una inversión inmobiliaria del Vaticano en Londres. Becciu niega haber cometido delito alguno.

Los fiscales presentaron un acta de acusación de casi 500 páginas a principios de julio y posteriormente unas 30.000 páginas de documentación complementaria.

Los abogados defensores alegaron no haber tenido tiempo suficiente para estudiar el material, por lo que el presidente del tribunal y exfiscal antimafia, Giuseppe Pignatone, aplazó la siguiente sesión para el 5 de octubre.

Una transacción en Londres aprobada por la secretaría de Estado vaticana ocupa un lugar prominente en la acusación. Se invirtieron inicialmente 200 millones de euros en un fondo operado por un empresario italiano. La mitad de esos fondos fueron para una empresa inmobiliaria en el barrio de clase alta de Chelsea, una inversión que llegó a sumar 350 millones de euros. Para 2018, la inversión original perdía dinero y el Vaticano buscaba desesperadamente una salida. (AP)

 

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