Margarita y Alicia, dos hermanas de novela
| 8 de Septiembre de 2021 | 09:10

- "Tomé cocaína en la mesa de Mirta Legrand y me preguntó si me picaba la nariz".
Cuando se revisa la historia de las hermanas Di Tulio es inevitable pensar que a alguna de esas factorías de series, se les ha escapado la tortuga. Que vaya a saber por qué no han mirado mas al sur, donde ya a esta altura deberían saber que en el mano a mano sobre asuntos sórdidos, la realidad golea a la ficción.
De las hermanas Di Tulio, Margarita y Alicia, hubo una más famosa que la otra, o en rigor, una picó en punta hacia la fama y la otra debió esperar como 20 años para el papel secundario que le tocaría.
Margarita se haría conocida como ¨Pepita La Pistolera después que una noche consiguió agarrar el revólver que escondía bajo la almohada y matar a los tres tipos que se le habían metido en la pieza con la intención de violarla y matarla. Los tipos creyeron que esa era la forma de cobrarse una deuda impagable que la por entonces pareja de Margarita, el capitán de pesca Guillermo Schelling, había contraído en un pool de la zona del puerto marplatense donde no hace falta decir que se jugaba fuerte. Después, vino otra ola de fama cuando envuelta en la disparatada investigación del secuestro y asesinato del fotoperiodista José Luis Cabezas, pretendieron hacerla referente de la canallezca pista "prostitución y drogas".
Intentaron vendérsela a Justicia y a la opinión pública como la jefa de una banda que había matado a Cabezas por fabulados asuntos de polleras, drogas y extorsiones. La metieron presa y a poco de ingresar al penal cuentan que abrió una peluquería para las internas, como muestra de rapidez, contactos y otros recursos con que cuentan las personas que nadan con tiburones o fuman bajo el agua.
Cuando salió en libertad la investigación del Caso Cabezas ya había rumbeado para otro lado. Pero a Pepita ahora había que bancarselá.
EUFORIA
El poder político de entonces logró calmarla, acaso prometiéndole que la policía no iba a andar dando muchas vueltas por su cabaret marplatense. Pero los medios no le aflojaron y un mediodía el país la vio sentada en la mesa de Mirta Legrand.
Eufórica, envuelta en esa fama repentina, la hizo contar desconocidas cuestiones de su pasado, como que en sus años de juventud se dedicaba a asaltar parejas que se detenían a chichonear en los autos en la zona de los Acantilados. Más adelante, con su propia banda, asaltó algunas fábricas en día de pago de quincenas, algunos comercios y cuando consideró haber reunido lo suficiente abrió su propio cabaret. Encontró en un libro de nombres que Neisi quería decir "brillante" y así lo bautizó. Era un tiempo en que había otra mirada social sobre ese "negocio" y no había conciencia del horror detrás de las redes de trata.
ADORABLES CRIATURAS
En "Adorables Criaturas", un libro de Ricardo Stinco que inspira una serie anunciada en abril de este año sobre la vida de Pepita, se cuenta que en ese cabaret "podían verse las escenas más surrealistas como extractos de películas de Almodóvar: un enano con el pelo hasta la cintura y lentes negros saliendo, con gesto altivo, de la pieza de la mano de una morocha en minifalda; una travesti en bombacha ofreciendo porciones de pasta frola de membrillo que llevaba en un tupper; un marinero coreano cantando "El día que me quieras" mientras Pepita le tiraba desodorante de ambiente por la baranda a escamas de pescado que tenía en la ropa". La vida de Margarita Di Tulio en serie fue anunciada como una producción de Zeppelin Studios y en una entrevista Lucas Jinkis, uno de sus productores adelantó que se buscará un elenco de primer nivel. ¿Quién hará de Pepita en su juventud y en su madurez?.
En la serie no faltará, seguramente, el día en que según Di Tulio tomó cocaína en la mesa de Mirta Legrand. Contó que se había puesto la droga bajo la uña del dedo meñique y disimuladamente se lo llevaba a las fosas nasales. "Mirta me preguntó si me picaba la nariz", diría luego.
El 30 de septiembre de 2009, a los 61 años, el cuerpo le pasó factura sin posibilidad alguna de pago en cuotas para recuperarse. Le dio un ACV. En su velorio corrió el champán y se bailó cumbia.
LA OTRA DI TULIO
La de Alicia, la otra Di Tulio famosa, es una historia con muchísimos menos matices a tal punto que podría contarse entera en lo que se tarda en revolver el azúcar de un café. Sin embargo, vaya paradoja, Alicia llegó al cine mucho antes de Margarita. Lo hizo a través de un personaje clave de la película "El Robo del Siglo", como la mujer despechada que entrega a la policía el dato de que su marido había participado del increíble asalto a la sucursal Acassuso del Banco Río, el 13 de enero de 2006.
Su marido de entonces era Rubén de la Torre, que a poco de haberse repartido el botín con sus cómplices, no hizo caso a la recomendación del uruguayo Vittete, el cerebro de la banda. "Perfil bajo por un buen tiempo", había sido la advertencia.
Pero de la Torre a la semana nomás ya se había comprado una impresionante camioneta 4 x 4 y se había puesto de novio con la camarera de un bar de Tigre, 25 años más joven que él y que su esposa Alicia.
Envuelta en rencor, la otra Di Tulio fue a la policía y lo vendió. El resto de la banda cayó entonces como fichas de dominó.
EL INFIEL
Enterada del asunto, Margarita, su hermana de Mar del Plata, buscó cuanto micrófono pudo para opinar sobre lo ocurrido con su hermana y su cuñado. "Es una buchona, me arrepiento de habérsela presentado al pobre Beto. Es una arpía, una traidora, una basura, un parásito, una arrastrada. Yo la desterré de Mar del Plata".
En un reportaje contaría que enterada de que había sido ella, su hermana, la que había delatado a la banda del Robo del Siglo, la llamó por teléfono pero Alicia no la atendió. Entonces le dejó un mensaje: "Turra, botona, te falta la gorra y el uniforme. Das asco".
Alicia contaría entonces sus penurias. Se había casado con un empleado del Sindicato de Pescadores de Mar del Plata que en una reunión familiar entró en una pelea y lo mataron a balazos. Que por acompañar a su hermana Margarita a hacer visitas al penal de Batán le presentaron a Rubén de la Torre, uno de los boqueteros del Banco Río y que tras las rejas engendraron a su único hijo.
Se mudaron al barrio porteño de San Cristóbal donde vivieron cinco años, hasta que ocurrió lo del cinematográfico asalto, el saqueo de las cajas de seguridad y el escape por el túnel y el arroyo entubado.
En un reportaje Alicia juró que no había delatado a su marido infiel y que todo fue producto de una pelea familiar que se desbordó y que la tuvo como víctima de violencia de género. Y que la policía ya sabía.
"Vinieron a buscarme de la DDI para ir a San Isidro. Me hicieron escuchar todas las comunicaciones telefónicas, me mostraron fotos de mi marido y me dijeron que en pocas horas lo iban a detener por el robo al Banco Río. Ahí fue cuando me llevaron con el fiscal que me ofreció seguridad. Me dijo que podría ingresar al programa de protección de testigos, me prometió una casa en otro destino, que venderían mi casa y que nadie se enteraría si yo contaba lo que sabía. Incluso me juró que lo que yo declarara iba a ser mantenido en un sobre cerrado más allá de la investigación. Pero no cumplió".
La versión de Alicia siempre chocó con otros datos. Como que ella sabía que su marido planeaba fugarse con otra mujer, que no era la camarera de Tigre, sino con la pareja de un preso que había conocido en Batán.
Como sea, son matices en la vida de dos hermanas de novela.
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