Pesadilla en la vivienda de una jubilada en City Bell
Edición Impresa | 10 de Enero de 2022 | 03:18

Entre las seis y las siete de la tarde, el sábado pasado, una jubilada de City Bell vivió horas de desesperación. Fue por el ingreso de un encapuchado armado en su domicilio.
La mujer se encontraba desarmando el arbolito de Navidad cuando el extraño se presentó en el living y le dio instrucciones precisas sobre cómo debía proceder de ahí en más “si no quería sufrir consecuencias graves”.
“Soy un profesional. Dejame trabajar tranquilo y nada te va a pasar”, fueron las palabras que esgrimió el intruso, mientras apuntaba a Ángela, la víctima, con un arma larga.
En la puerta de la casa, en 446 entre 23 y 24, la víctima explicó a este diario que el sorpresivo encuentro la bloqueó y sólo atinó a cumplir con las exigencias del ladrón.
“No quería que me golpeara. No quería que me matara. Estaba muy asustada, pero no podía hacer nada. Estaba sola en la casa y no tenía a mano el teléfono”, recordó.
Según explicó la mujer, el ladrón la obligó a dirigirse a su habitación, ya que suponía que allí guardaba una fuerte suma de dólares.
Al ingresar, la mujer se llevó otra fuerte impresión. “Cuando entré, vi toda mi pieza revuelta. No podía creer que este muchacho había estado hurgando en mis muebles, mientras yo estaba sacando y guardando las cosas del arbolito”, destacó.
“Siempre actuó con amabilidad. Lo que quiero decir es que no me maltrató físicamente como suele pasar en estos casos. Eso sí, fue insistente con el tema de los dólares y muy violento con las amenazas. Una y otra vez me preguntó dónde tenía los dólares y en un momento llegó a decirme que si él llegaba a encontrarlos me mataría por mentirle”, revivió la mujer.
Decidida a ponerle fin a la dramática situación, Ángela comenzó a hablar con el joven y le ofreció 6.000 pesos que tenía en la billetera.
“Era todo lo que tenía en ese momento. Pero él estaba seguro de que encontraría dólares. Revisó todo y agarró unas alhajas de oro que habían pertenecido a mi mamá. Me dolió tanto cuando las guardó en su bolsillo. Pero no podía hacer nada. Le dije ‘Hijo, podemos arreglar esto de otra forma’. ‘No me digas hijo y dejame trabajar tranquilo’, me contestó”, contó Ángela.
Luego de reunir varios objetos de valor, entre ellos botellas de vino, las joyas de la mujer y su dinero, el sujeto se dispuso a abandonar la casa cuando tuvo lugar una situación inesperada.
La hija y el yerno de la víctima ingresaron a la casa y terminaron corriendo la misma suerte que Ángela.
“Los apuntó y los llevó a la habitación. Y empezó de nuevo, pero con mi hija. ‘¿Dónde están los dólares?’ les preguntaba a los dos. Y la misma amenaza. ‘Si encuentro dólares, los mato a todos’, decía”, señaló.
Las palabras y la convicción con la que hablaba el agresor calaron hondo en la hija que prefirió no correr riesgos. Fue así que se dirigió hasta su habitación tomó un puñado de divisas estadounidenses que le había regalado un pariente por haberse recibido de psicóloga y se lo entregó al ladrón.
Al recibir los billetes verdes, el sujeto tomó un bolso y agrandó el botín. Además de los dólares y de los celulares de las víctimas, sumó a la lista una notebook y varias latas de cerveza que estaban en la heladera. Tomó todas las llaves que estaban colgadas con la promesa de que las arrojaría en el patio al salir. “Es para que no me sigan”, dijo.
Horas después, el sujeto fue capturado en 522 y 121. Sólo tenía en su poder el teléfono de la hija y las joyas de la mamá de Ángela.
“Tuve que hacer un gasto importante para cambiar todas las cerraduras porque las llaves no las pude encontrar. Siento alivio, porque pude recuperar las joyas de mi mamá”, manifestó Ángela.
Con respecto al ladrón, la mujer sostuvo. “Lamento mucho que este chico terminara así, preso. En la comisaría me dijeron que tiene 27 años. Una persona con tanta vida por delante debería hacer otra cosa, no andar robando. No podemos seguir echándole la culpa a la policía y a los jueces”.
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