Argentina y el FMI, otro capítulo tras casi 70 años de una tortuosa relación

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Argentina sumó ayer -tras anunciar que llegó a un principio de acuerdo con el Fondo Monetario Internacional para refinanciar un multimillonario crédito otorgado en 2018- un nuevo capítulo en su conflictiva historia con el organismo, que comenzó a finales de los años 50 del siglo pasado, cuando el país recibió su primer préstamo.

Tras más de un año de intensas negociaciones, el Gobierno de Alberto Fernández anunció que llegó a un entendimiento con el FMI, que, de ser refrendado por el Congreso, permitirá reformar el pago de préstamo de más de 44.000 millones de dólares contraído durante el mandato de Mauricio Macri, y despejar en gran medida el negro panorama que arrastra la economía nacional.

Pero este es solo el último de los muchos acuerdos desde que Argentina se incorporó al organismo multilateral de crédito en 1956, durante el régimen militar que derrocó a Juan Domingo Perón.

Según un estudio de la economista e investigadora Noemí Brenta, desde su adhesión al FMI hasta 2021, Argentina firmó 21 acuerdos de “condicionalidad fuerte” -que conllevan medidas que los gobiernos se comprometen a adoptar en el marco de un programa de ajuste- y tomó también otros tipos de financiamiento.

Una relación de idas y vueltas, de crisis y ajustes -sumada a la también conflictiva historia de impagos a los acreedores de deuda privados- que ha dejado capítulos tan tortuosos como el que vivió el país durante la grave crisis del ‘corralito’ de 2001, cuando acabó declarando el mayor cese de pagos de su deuda externa: 102.000 millones de dólares.

DE ARAMBURU A FERNÁNDEZ

Fue en abril de 1957 cuando el FMI realizó su primer préstamo a Argentina, por 75 millones de dólares, durante el Gobierno de facto de Pedro Eugenio Aramburu (1955-1958).

Desde entonces, Ejecutivos de todo tipo de tendencias, democráticos o de facto, recurrieron al organismo ya sea para encarar recurrentes crisis o para sostener sus programas económicos.

Según datos del Museo de la Deuda Externa de Argentina, al finalizar la última dictadura cívico militar (1976-1983), la deuda había aumentado un 449 por ciento -de 8,2 mil millones en 1976 a 45 mil millones en 1982-: una pesada herencia que recibiría el primer presidente de la actual democracia, Raúl Alfonsín (1983-1989).

En la década de 1990, durante el Gobierno de Carlos Menem (1989-1999), caracterizado por su política de apertura económica y privatización de empresas públicas, el papel del FMI fue clave para mantener la convertibilidad entre el peso y el dólar. Y la bola de la deuda externa siguió creciendo.

Una situación que estalló durante el mandato de Fernando de la Rúa (1999-2001), cuando se acordó un ‘blindaje’ a cambio de un fuerte ajuste fiscal. Sin embargo, el FMI acabó suspendiendo el desembolso de fondos por no cumplir las metas, lo que fue el principio del fin en medio del caos: el 20 de diciembre, en medio de la peor crisis política, social y económica de la historia argentina, el presidente presentaba su renuncia.

Según recalca Brenta, hasta 2006, cuando Néstor Kirchner (2003-2007) decidió cancelar en un solo pago toda la deuda con el FMI -por un total de 9.500 millones de dólares-, solo durante nueve años -con Gobiernos de diferentes colores- el país no estuvo bajo acuerdos con el organismo.

Durante los Gobiernos de Kirchner y su esposa, Cristina Fernández (2007-2015) -actual vicepresidenta- Argentina dejó de someterse a las revisiones anuales económicas por parte del FMI, pero en 2016, tras la llegada de Macri al poder, la relación con el FMI volvió.

Fue en 2018 cuando el país adquirió el mayor préstamo que el organismo ha otorgado en su historia. El mismo que ahora, aunque con mayores facilidades si se concreta el nuevo acuerdo alcanzado por el Gobierno de Fernández, sigue trayendo quebraderos de cabeza a un país que lleva décadas sumergido en un bucle con sus problemas de deuda.

 

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