Laurita Fernández: “Me desperté el sábado y dije ‘¿qué hice?’”

Como si fuera la película “¿Qué pasó anoche?”, la bailarina recordó el inicio de su romance con su productor

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Laurita Fernández atraviesa un presente feliz, tanto en lo laboral, como en lo personal. La rubia, consolidada como conductora de televisión, dejó atrás su relación de idas y vueltas con Nicolás Cabré y encontró la paz en Claudio “Peluca” Brusca, el productor del programa que lleva adelante por la pantalla del canal del solcito.

Y aunque el romance avanza a paso firme, con posteos de reconfirmación amorosa de ambos lados, la bailarina recordó cómo fueron los inicios de este noviazgo a partir de un beso robado, en medio de un boliche, que se viralizó en todos los portales del mundo de la farándula.

“Me desperté el sábado y dije ‘¿qué hice?’ Yo fui una adolescente. Cuando me desperté tomé consciencia de lo que podía llegar a suceder, pero dije ‘ya está’. Yo le decía a él que no entendía que nos iban a poner de novios en un día. Él después me fue entendiendo lo que le decía”, reveló la virtuosa artista en diálogo con “Socios del Espectáculo”.

La también actriz se refería a ese primer contacto físico con “Peluca” Brusca, un viernes, en la pista de un boliche porteño. ¿Quién dio ese paso? Ella aseguró: “Creo que fui más yo la que le robó el beso. El primer beso fue el que salió en todos lados, y eso para mí fue un montón”.

El huracán mediático pasó y los tortolitos terminaron blanqueando su romance. Y todo siguió fluyendo. “Nuestro vínculo fue avanzando de una manera que no me hizo sentir incómoda”, aseguró Laurita.

Curiosamente, hubo un hilo rojo que los unió en el pasado. Según contó la artista, entre risas, su novio fue un ladrón: “Él le robaba los diarios a mi tío”.

Parece que el tío de Laurita tenía un puesto de diarios y Brusca, con la pasión periodística latente, no tenía un mango para comprar diario: “le leía los diarios gratis, porque en ese momento no tenía para pagarle y quería estudiar periodismo. Mi tío se re acuerda de él, era el chico de los pelos que siempre iba a chorearle el diario. Le leía los diarios, no se los pagaba, se los volvía a acomodar y se iba”.

 

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