Sergio Spina

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Tiene 55 años y nació en Los Toldos. “Canté desde chico, pero vivir de la música era casi un tabú, por lo cual vine a La Plata a estudiar veterinaria”, cuenta. Por esos años integraba una agrupación coral, ganó un concurso de canzonettas napolitanas y empezó a vivir de su vocación mientras estudiaba en el conservatorio Gilardo Gilardi. Finalmente concursó e ingresó en el coro del Teatro Argentino, se sumó al del Teatro Colón y se radicó 12 en Italia. Después de cantar por “toda Europa, China, Japón y hasta Israel”, donde regresó para volver a su primer amor: el Teatro Argentino.

“¿Cómo se me dio lo de la talabartería? Viendo en la película Amadeus aquella escena en la que él lleva un réquiem en un portafolio de cuero. Me quise hacer un porta partituras parecido”, recuerda. Hoy confecciona, sobre todo, aperos para caballos: “Trabajo a pedido y a medida, como los sastres”, compara, lo cual “requiere mucho estudio, ver al animal, y hacer todo de cero. Es muy desafiante. Manejo bibliografía de 1775 a la fecha y es un mundo maravilloso, por la creación y la hechura”.

Cuando desarrolla esta pasión de artesano, escucha música clásica “o académica, como le dicen ahora. Me conecta con algo casi atávico”, admite.

 

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