“Anulo mufa”, entre el mito, la gracia y el maltrato

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La historia de Kiricocho surgió a fines de los años 60 de la mano de Carlos Bilardo -fan declarado de las cábalas-, quien aprovechó la supuesta “mala suerte” de un hincha de Estudiantes, para transmitir la “mala vibra” a los rivales. Cuenta la leyenda que Bilardo mandaba a Kiricocho (ese era su apellido) a saludarlos con una palmadita en la espalda y resultó que el Pincha terminó campeón del mundo.

“Kiricocho era un muchacho de La Plata que siempre estaba con nosotros y como ese año salimos campeones lo adoptamos como nuestro amuleto. Era un buen pibe pero después ya no lo vi más. La última vez que estuve dirigiendo a Estudiantes pregunté por él y nadie sabía nada. Pero aunque no lo creas, cuando fui a España a dirigir el Sevilla había un penal para los otros y escucho atrás mío que alguien susurra: ‘Kiricocho, Kiricocho’ y no lo podía creer, hasta que el Cholo (Simeone) y Diego me avivan que ellos la habían dicho un par de veces y el resto la aprendió. ¡En Europa! Parece mentira pero vos decís ‘Kiricocho’ ¡Y erran!...”, contó alguna vez el propio Bilardo.

Por estos días, la frase “anulo mufa” es una de las más repetidas por los hinchas de la Selección y su búsqueda en Google arroja unos 90 mil resultados. ¿Qué significa? Es un recurso lingüístico que se inscribe en la lógica del “tocar madera” o “el izquierdo”. Algo así como un “amuleto” contra la mala suerte. ¿Tal cosa existe?

“Se dice que las publicidades de la Selección para el Mundial son mufa: por eso, para cubrir ese riesgo también, Libra Seguros decidió hacerles publicidades a las demás selecciones”, declaran los spots de una campaña publicitaria que fue acompañando los logros de la Selección con piezas muy divertidas.

La etimología de “mufa” viene del italiano “muffa”, que significa “moho”. Para la jerga rioplatense, entonces, significa algo que se pudrió, o se arruinó. El folclore pierde su gracia cuando estigmatiza a una persona, pudiendo provocar aislamiento, depresión y baja autoestima.

Pablo Semán, sociólogo y antropólogo especializado en culturas populares y religión, explicó que la mufa es una forma histórica de “socavar indirecta y progresivamente a alguien”. Advierte que “lo particular, esta vez, es que el conflicto tiene los ribetes de las redes sociales que amplifican y expanden entre millones de personas” y suma la “bronca latente en el aire”. “Estamos en un momento de todos contra todos, de legitimación de la agresividad discursiva”, analiza Semán.

“En su extremo, la semiología del pensamiento es un pensamiento discriminatorio y cualquier cosa que se instala como verdad porque sí, es confirmada por la repetición, no por una variable real”, explica a este diario el psiquiatra Enrique De Rosa. Y agrega: “La idea del mufa y del pensamiento mágico detestan la comprobación; todo es en blanco o negro; todo o nada. No se sabe cómo empieza o se instala, igual que el rumor o el descrédito”.

 

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