Temporada de dengue: se teme un verano con muy alta circulación
Edición Impresa | 26 de Diciembre de 2022 | 02:43

Desde su reemergencia a fines de los noventa, el dengue ha registrado brotes de diversa intensidad en nuestro país. Los más importantes de ellos, considerados “epidemias nacionales”, se dieron en los veranos 2010, 2016 y 2020, y existen razones para temer que este verano la situación podría ser similar o incluso peor. Sucede que además de que el cambio climático está haciendo que esta enfermedad se extienda cada vez más se le suma hoy un escenario alarmante en Brasil.
“Este año Brasil tuvo el doble de casos de dengue que en 2021 y más del doble de muertes, lo que genera alerta sobre un posible brote en nuestro país”, cuenta el biólogo Fabricio Tejerina, integrante del Grupo de Investigación sobre Mosquitos en Argentina, quien explica por qué el Aedes aegypti extiende cada vez más.
El aedes aegypti está bajo la lupa, no sólo por las enfermedades que transmite (como el dengue, la chikungunya, el zika y la fiebre amarilla- sino por su capacidad de adaptación a climas templados y de temperaturas bajas.
“Siempre se habla de enfermedades tropicales y subtropicales pero, en los últimos diez o quince años, la distribución del mosquito se propagó más al sur de la Argentina, y llegó hasta La Pampa, sur de la provincia de Buenos Aires, y la región de Cuyo. En lugares donde no estaba, hoy se está teniendo registro y presencia del vector.”, señala Tejerina, quien se encuentra al frente del Instituto de Vigilancia Epidemiológica y Vectores.
En efecto, en 2020, en plena pandemia, llamó la atención un brote importante de dengue en la capital de La Rioja. Según datos oficiales, La Rioja -una provincia donde hasta hace un tiempo no existía la enfermedad- notificó la misma cantidad de casos de que Misiones: cerca de 10.000. Ese año hubo casi 54 mil casos en el país.
Claro que el fenómeno no se limita a Argentina, explica la infectóloga Silvia González Ayala. El dengue “se viene diseminando rápidamente en el mundo debido a diversos factores; entre ellos el cambio climático (calentamiento global, determinante de la expansión geográfica del mosquito), la urbanización, el crecimiento de la población en las áreas endémicas, la pobreza y los viajes. En los últimos 50 años su incidencia aumentó 30 veces afectando a nuevas regiones y hoy la mitad de la población mundial está en riesgo”, señala la médica.
“Todavía no hay ninguna alerta de onda epidémica, pero no significa que no pueda pasar”
“Todavía no hay ninguna alerta de onda epidémica y por eso estamos tranquilos, pero no significa que no pueda pasar. De hecho, en el último brote, (en los países ecuatoriales) los casos comenzaron a aumentar en agosto y nosotros fuimos la cola de esa epidemia con un aumento de los casos en febrero del 2020”, cuenta Giselle Rodríguez, investigadora del Instituto Superior de Entomología de la Universidad Nacional de Tucumán.
“Ha pasado un tiempo prudencial desde la última epidemia y no sería raro que se produzca un brote”, reconoce la investigadora.
Cualquiera sea el caso, “siempre tenemos que estar alertas por una potencial epidemia de dengue a partir de diciembre” porque “potencialmente siempre va a haber un brote y de cómo se trabaje (en prevención) dependerá de si se convierta en epidemia o no”, dice el responsable del área de enfermedades transmitidas por mosquitos de la Fundación Mundo Sano, Manuel Espinosa.
“Como todas las enfermedades que transmite este mosquito, el dengue tienen un comportamiento estacional y los meses de actividad del mosquito son también los de circulación viral, con el pico entre febrero y marzo”, señala.
EVITAR QUE SE REPRODUZCA
La peligrosidad del mosquito viene asociada a las condiciones ambientales que propician que esté presente, como así también el cambio climático lo que hace es acortar los inviernos en algunos lugares y prolongar los momentos de calor. “Sabemos que la biología y el ciclo de los insectos está muy asociado a la temperatura. Necesitan del calor, con lo cual, cuanto más calor hay, más se reproducen.”, explica Tejerina.
La población de mosquitos aumenta durante el verano, llega a su pico en marzo y esos millones de mosquitos ponen millones de huevos. Cada mosquito puede poner hasta 100 o 300 huevos; y esos huevos, al no tener las condiciones cuando comienza el frío, pasan todo el invierno esperando que las condiciones mejoren. Cuando esto sucede, eclosionan y comienzan de nuevo a reproducirse. Así nuevamente aumenta la población del vector.
Pero si bien el Aedes aegyti es un mosquito que se ha adapta muy bien a cualquier recipiente artificial, sus huevos se eliminan con cierta facilidad. Si uno encuentra un recipiente acumulado de agua, hay que tirar el agua, cepillar, enjuagar y darlo vuelta para que no acumule agua de nuevo. Y es que a mayor cantidad de lugares que acumulan agua, mayor probabilidad de que haya criaderos, mayor cantidad de mosquitos, y a su vez, mayor probabilidad de que piquen a una persona enferma.
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