Aviones hidrantes y otros recursos para combatir los incendios forestales
Edición Impresa | 16 de Febrero de 2022 | 02:43

Una vez más un incendio forestal de enormes dimensiones vuelve a afectar valiosas extensiones de nuestro país, esta vez correspondientes a más de medio millón de hectáreas de la provincia de Corrientes que arden a razón de unas 20 mil hectáreas por día, con pérdidas millonarias desde que comenzó el fuego en la zona de los esteros del Iberá. El problema preocupa y también desalienta por la frecuencia con que sucede.
Desde el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria se estimó ahora que por lo menos hay más de diez grandes focos de fuego activos en Corrientes, mientras debieron cerrar un acceso a los mencionados esteros. Según se reseñó, los brigadistas y voluntarios despliegan una tarea esforzada y desigual contra las llamas y las mayores expectativas están cifradas en esperar una lluvia, aunque las probabilidades meteorológicas son pocas de acuerdo al Servicio Meteorológico Nacional.
Existe y crece en las últimas horas una marcada preocupación por un gran frente de fuego en la zona sur del Parque Nacional Iberá, en inmediaciones de la localidad de Concepción. El incendio llegó hasta el centro turístico Portal Carambola, consumido casi en su totalidad, según confirmaron brigadistas que continúan el combate en esa zona y los alrededores de la ciudad.
Según el último informe técnico, con datos relevados hasta el 7 de febrero, se estimó que aproximadamente son 519 mil las hectáreas afectadas por las llamas en distintas áreas del territorio correntino. Lo cierto es que, año tras año, patrimonios incalculables de nuestro territorio se ven expuestos al poder destructivo del fuego.
Los siniestros se vinieron presentando en zonas como la isla Talavera, en el corazón del Delta del Paraná, en donde se registraron incendios de pastizales y montes durante varias semanas, con gran riesgo para las poblaciones allí ubicadas. Se sucedieron también en los últimos meses en la Península de Valdez, caracterizada por su riqueza faunística, que atrae a turistas de todo el mundo. Asimismo, se han visto devastadas por las llamas grandes masas forestales en la zona correspondiente a los parque nacionales del sur cordillerano.
No ha quedado en los últimos años lugar del país que no haya sufrido y siga sufriendo estos incendios, algunos como producto de la sequía y de accidentes naturales: otros, lamentablemente, derivados de actos intencionales.
La imprescindible disponibilidad de aviones hidrantes, cercana a los incendios y no dependientes de envíos problemáticos y habitualmente tardíos, cuando no de alquileres previos para poder utilizarlos; la existencia en las zonas de cuerpos de bomberos provistos de recursos y capacitados para combatir a las llamas en zonas boscosas y rurales, así como la presencia de organizaciones de guardabosques, vertebrándose entre todas ellas una defensa civil ágil y eficaz, resultan ser requerimientos impostergables.
Sin desconocer el heroísmo desplegado habitualmente por bomberos, guardabosques y vecinos, de lo que se trata es de contar con estructuras de defensa consolidadas y capaces de ofrecer respuestas rápidas para proteger vidas humanas y patrimonios muy valiosos, poniéndolos a resguardo de las calamidades climáticas, de la acción de imprudentes y de las desviaciones de los pirómanos.
La dolorosa enseñanza que deja los numerosos incendios forestales, muy costosa por cierto, es la de poner en claro la necesidad de que el Estado, a través de decisiones políticas acertadas, concierte y garantice la presencia de todos los recursos necesarios al servicio de la lucha contra el fuego, antes de que tan valiosos patrimonios naturales queden devastados por cualquier tipo de desastre.
Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE