Miguel Ubaldo Ignomirielo: memorias y vivencias de un “fabricante” del fútbol

Con una vitalidad asombrosa, a sus 94 años Don Miguel recuerda como eran los tiempos casi fundacionales de la Ciudad, y sus éxitos deportivos, coronados con aquella “Tercera que Mata”, que llegó al máximo título de clubes del mundo

Edición Impresa

Por RICARDO CASTELLANI

rcastellani@eldia.com

Miguel Ubaldo Ignomirielo, -“con una sola l, porque muchas veces me lo han puesto mal” -, como él mismo aclara, nació el 11 de junio de 1927 en La Plata, - “a las 2,30 de la madrugada para ser exacto, porque me lo dijo mi madre” - cuando su familia, compuesta por un feriante del Mercado y una ama de casa, ambos de descendencia italiana, vivían en una casa de la calle 58 entre 21 y 22. Y es tal la memoria y curiosidad de este hombre a sus 94 años y camino a los 95 - “si Dios quiere” - que refiere que aquel día “en La Plata llovía torrencialmente a esa hora de la madrugada, y mi padre tuvo que salir corriendo a buscar al cochero de la plaza para que los llevara a la Maternidad del Policlínico, en la calle 71 entre 115 y 116. Porque finalmente, allí nací yo”.

Seguramente pocas personas deben conocer tantos datos sobre el día de su nacimiento como Don Miguel, capaz de explayarse con detalles sobre aquel coche que trasladó a su madre hasta la Maternidad - “tirado por caballos obviamente, porque en la Ciudad de aquel entonces había muy pocos automóviles, solo pertenecientes a algunas familias muy pudientes” -, como de las costumbres de su propio entorno.

“Mi papá se llamaba también Miguel Ubaldo Ignomirielo y nació en el Mercado de La Plata, en un altillo de los tantos que había en esa manzana de las calles 48, 49, 3 y 4, porque mi abuelo Pascual, que había llegado de Italia en el año 1890, trabajaba allí como feriante de pescado. El era de Bari y primero vivió en la Boca, pero enseguida se vino para La Plata, que todavía tenía muy pocos habitantes, donde nació mi papá en el mismo Mercado. Mi abuelo tenía un carro con el que trabajaba, y allá por 1930 había bautizado a ese carro con el nombre de ´El Piloto Olímpico´, por Nolo Ferreyra, que era el crack de Estudiantes que jugó para la Selección Argentina en las Olimpíadas de Amsterdam de 1928. También recuerdo que tenía una gran foto de ´La Línea de los Profesores´ de Estudiantes, aquella de Lauri, Scopelli, Zozaya, Ferreyra y Guaita. Así que ya de temprano toda mi familia era simpatizante de Estudiantes de La Plata, y mi abuela era prima hermana de la que fue la primera “abuela de Estudiantes”, Gracia Ferella. Después, mi padre se casaría con mi madre, Luisa Lezcano, que era de Ranchos pero también hija de italianos, del pueblo de Santi Espíritu, y yo fui el primer nieto varón de la familia”.

Asombra Don Miguel con su memoria y abunda sobre su nacimiento que “yo celebré siempre todos mis cumpleaños a las 2,30 de la madrugada de cada 11 de junio. Y si Dios quiere, este año serán los 95”.

De sus 94 años, muchos fueron muy conocidos públicamente por las actividades deportivas que Don Miguel llevó adelante en nuestra ciudad, el país y el continente, dentro del universo del fútbol, como formador de futbolistas juveniles y también como Director Técnico en primera división de equipos profesionales, haciendo que la lista se haga interminable, aunque como síntesis podría apuntarse que trabajó en Gimnasia y en Estudiantes, pero también en clubes como Arsenal, Independiente, Platense, Chacarita, Rosario Central, Unión de Santa Fe, San Lorenzo, Vélez Sársfield, Bánfield, Nacional de Montevideo, Emelec de Ecuador y Bolívar de La Paz, entre muchos otros, con éxitos de todo tipo, además de actividades como docente de Educación Física en colegios de la Ciudad.

Don Miguel, tapa del Gráfico y un reencuentro con Bilardo / Archivo

PARAR LA OLLA

Don Miguel cursó sus estudios primarios en la Escuela Nro 8 Domingo Faustino Sarmiento de diagonal 74 y 57, aunque terminó el 6 ° grado de entonces en la Nro 37 de calle 2 entre 44 y 45, e hizo el secundario en “la Nocturna del Nacional, porque en casa había que ´parar la olla” y yo también tenía que trabajar, así que tuve que ir a la escuela de noche, entrábamos al turno a las 19,30. Porque yo trabajé toda mi vida, y menos robar hice de todo. En el año 39 mi papá, que tenía 12 hermanos, tuvo un accidente con el carro y quedó postrado durante 6 meses. Yo tenía 12 años, era el mayor de cuatro hermanos y había que llevar el pan a casa. Así que ya a esa edad vendía limones. Compraba una bolsa de 100, me la cargaba al hombro y desde el Mercado me iba hasta 20 y 57 vendiendo casa por casa. Si vendía los 100 limones, me quedaba de ganancia un peso con cincuenta, y con eso comíamos todos. Y no paraba hasta que los vendía a todos. Después vendía hielo, entre muchas otras cosas, hasta que conseguí un puesto en Vialidad. Nunca tuve vergüenza de trabajar, vergüenza era robar”.

Paralelamente a todo aquello, con el tiempo aquel joven se inclinaría por la Educación Física, tras anotarse en los primeros cursos que sobre la materia daba por entonces el Ministerio de Educación de la Provincia, donde obtuvo su título de Profesor en 1950, luego de haber trabajado también en la fábrica de plásticos Ducilo.

“Mi primer trabajo como profesor de Educación Física – cuenta Don Miguel – fue en el Colegio de las Hermanas Mercedarias de Magdalena, que era una escuela de mujeres, y al tiempo conseguí también unas horas en otras dos escuela de Magdalena. Mientras tanto también jugaba al rugby en el club Universitario, donde era pilar derecho, y al fútbol en el barrio. Yo nunca jugué al fútbol de manera oficial, era zaguero derecho y me gustaba, pero la verdad es que no era muy bueno”.

A la cancha se iba con saco y sombrero; a las sedes de los clubes no se podía ingresar sin corbata

 

De aquellos tiempos, Don Miguel recuerda que a la cancha se iba con saco y sombrero; que a las sedes de los clubes no se podía ingresar sin saco y corbata; o que la entrada al cine Princesa, que estaba en la calle 4 y diagonal 74, costaba 25 centavos.

LOS COMIENZOS, EN GIMNASIA

El primer trabajo profesional en el mundo del fútbol de Don Miguel, tuvo lugar en Gimnasia y Esgrima La Plata.

“Fue en marzo de 1943 – recuerda – yo me había especializado en ser seleccionador de jugadores, y en Gimnasia me contrataron como Delegado de divisiones inferiores. Logré formar un equipo de séptima división que fue finalista en el torneo de AFA, una 5° que fue campeona y una 4° que también fue muy buena. En el 53 estuve un año en Estudiantes y en el 54 volví a Gimnasia, ya como Delegado General de inferiores. En esa etapa, junto a los hermanos Ambroggi y Barreda, formamos una novena que fue campeona, con el detalle de que eran todos jugadores nacidos en La Plata, y de ellos unos cuantos llegaron a primera, como Arena, Roletto y Daniel Bayo. En Gimnasia seguí hasta el año 59, y puedo decir que formé parte del famoso ´Lobo´ del 62, con jugadores como Galeano y Minoian, que eran de Berisso, el mismo Daniel Bayo que había tenido en la novena. Lejona, que era de Chascomús, al tiempo que recomendé al uruguayo Fernández Viola como técnico para la primera. Esos muchachos estaban para mucho más, pero cuando pedí la extensión del contrato, no me lo dieron. El presidente era Laureano Durán y me dijo que no lo podía hacer porque excedería a su mandato institucional. Así que me tuve que ir, aunque mucho tiempo después, me reconocieron que se equivocaron”.

Don Miguel considera que, de haber continuado en Gimnasia, bien podría haber hecho lo mismo que años después conseguiría en la vereda de enfrente, en Estudiantes, con la formación de aquellos jugadores que, a la postre, se consagrarían Campeones del Mundo.

- ¿Es así Don Miguel?

“Yo creo que sí, aquellos jugadores de Gimnasia que formamos eran muy buenos”.

La “Tercera que mata” de la que hablaban todos. De allí salieron varios campeones / Archivo

LA TERCERA QUE MATA

Don Miguel cuenta que después de aquel trabajo suyo en Gimnasia, tres directivos de Estudiantes, Carlos Fares, Fernando Urruchia y Osvaldo Arteaga, convencieron a Mariano Mangano, que era el presidente de Estudiantes, para llevarlo al club, y así sucedió.

“Fue en marzo de 1963 – apunta Don Miguel – y la verdad es que Estudiantes venía bastante mal. En el 61 se había salvado del descenso raspando con un famoso gol de Rulli a Lanús, en el 62 salió anteúltimo, y en el 63 se volvió a salvar cuando suspendieron los descensos. Yo comencé a trabajar en las divisiones menores, y en el club ya había jugadores como Barale, Spadaro y Madero, y para las inferiores incorporé a Manera y Poletti, que venían de Sacachispas, y de abajo venían Pachamé, Malbernat, Eduardo Flores, Verón, Roberto Cicora, el Tinga Flores, De Marta, etc. y fuimos formando un gran equipo para la tercera. Tanto es así que el equipo ganaba casi siempre, jugábamos a las 11 de la mañana y la gente llenaba la cancha para ir a verlo. Después jugaba la Reserva a la una y la primera a las 3 de la tarde. Ese equipo era fenomenal, y el diario EL DIA lo bautizó como ´La tercera que mata´. Un título decía ´este equipo no gana, mata´, y de ahí le quedó el nombre para siempre”.

Don Miguel, ¿se acuerda como formaba aquella ´Tercera que Mata´?

“Cómo no me voy a acordar. Jugaban Poletti, Manera, Aguirre Suárez, De Marta y Malbernat; Mercerat, Pachamé y Eduardo Flores; Bedogni, el Tinga Flores y Verón. Pero no fue campeona sino subcampeona, porque en el año 64 perdimos el último partido contra Rosario Central, que también tenía un gran equipo y fue el campeón, con jugadores como Carnevali, Poy y Pascutini, aunque al año siguiente a ese mismo equipo le ganamos 6 a 0”.

Mientras aquel equipo arrasaba, el presidente Mangano lo consultó a Don Miguel para contratar a un técnico para la primera.

“Me dijo que estaba entre dos – recuerda Don Miguel – Victorio Spinetto y Osvaldo Zubeldía. Yo a Zubeldía lo conocía, y Spinetto ya estaba grande, así que le dije que el hombre indicado era Zubeldía”.

- Y Mangano le hizo caso…

“Sí, Mangano era un hombre que primero siempre decía que no, pero después cambiaba. De fútbol mucho no sabía, pero tenía una gran ventaja sobre el resto de los dirigentes en general, porque era empresario. El era constructor, así que fabricaba, compraba, vendía y pagaba, por lo que conocía como llevar adelante una empresa”.

Cuenta Don Miguel, que un día fue a ver a Mangano y le dijo que en la primera había un mediocampista que cobraba mucho y jugaba poco, y que con ese dinero podían hacer muchas cosas en las inferiores. Y volvió a hacerle caso.

“Era el tiempo de la Tercera que Mata, e hicimos muchas cosas. Estudiantes fue el primer club de Sudamérica que le ofreció Becas a los juveniles, y muchos pudieron dejar de trabajar en otros lados. También implementamos la doble jornada de entrenamiento, las concentraciones los días sábados, las pretemporadas que hacíamos en el Bosque y en Punta Lara, el tercer tiempo con los adversarios como en el rugby, la iluminación para partidos nocturnos en la cancha auxiliar, todo eso en inferiores. Pero también la implementación de un espíritu ganador, de enseñanzas sobre como comer o como hablar. En fin, fue un trabajo integral, porque yo a Estudiantes le dediqué más de 15 mil horas de mi vida. Fue un modelo que muchos otros después siguieron”.

La “Selección fantasma”, que clasificó al Mundial

Después de aquello, el destino de Don Miguel Ignomirielo seguiría por otros caminos y otros clubes, hasta llegar a ser el Director Técnico de la Selección Argentina denominada “Fantasma”, que ayudó para clasificar al Mundial de Alemania de 1974, como también proseguiría su vida de ciudadano platense, que se prolongó en sus hijos Fernando Gabriel, Alejandro Miguel, Gabriela Noemí, Daniel y Natalia Fiorella, junto a sus siete nietos y dos bisnietos.

Con sus logros deportivos, sus menciones como Ciudadano Ilustre de La Plata y Técnico Distinguido de Rosario, Don Miguel lleva hoy sus 94 años con una vitalidad notable.

“No hago nada raro – dice – me levanto tipo 8 de la mañana, leo el diario, hablo por teléfono y me hago dos chequeos anuales que hasta ahora van resultando bien, y cada tanto organizo algunas reuniones, como la que estamos preparando con algunos de los muchachos de aquella Tercera que Mata que después fueron Campeones del Mundo. Es lindo cada tanto volver a verlos”.

Un cuadro que aún conserva como profesor de educación física

 

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE