Un fenómeno que gana notoriedad en todo el mundo
Edición Impresa | 25 de Febrero de 2022 | 02:51

Como Imagine Van Gogh, que se acaba se inaugurar en La Rural y se convirtió en un fenómeno con cerca de 200 mil entradas vendidas por anticipado (ver nota central), las muestras inmersivas explotan la taquilla en diferentes puestas alrededor del mundo y expresan una nueva versión del arte en la que se borronean los límites de la relación del mundo tech y el espectáculo, al tiempo que inauguran nuevos estatutos que implican poner el cuerpo para habitar la experiencia artística.
Se las define como un fenómeno cultural que arrasa en el mundo y hasta como un momento bisagra del arte y de la cultura: al margen de las campañas publicitarias, o acaso gracias a ellas, las muestras inmersivas son un éxito rotundo con puestas dedicadas a Klimt, Monet, Frida Kahlo y, como ocurre por estos días en el país, Van Gogh.
Cada una con sus temáticas y estéticas diferentes, estas muestras vienen a proponen entrar a un cuadro. Vivenciarlo. Casi tocar las pinceladas y ver los píxeles más pequeños de las pantallas. Todavía no se pueden oler los girasoles de Van Gogh, pero, como dicen quienes analizan la conjunción de arte, tecnología y entretenimiento, probablemente no falte mucho tiempo para esto. Pensemos que la modalidad de estas muestras se aplica a algunas colecciones de museo, ofreciendo una experiencia de inmersión visual y espacial que pone en juego los sentidos, similar a lo que puede ocurrir con el mapping, la realidad virtual o la realidad aumentada.
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